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CONICET: La educación primaria en aislamiento obligatorio

La realidad de una escuela de muchas. Miembros de la Escuela 28 de General Pueyrredon relata junto a un investigador del CONICET la situación que atraviesan. Una reflexión en conjunto para visualizar la importancia en estos momentos de que “el aula esté en cualquier parte”.

Hace meses venimos experimentando los profundos cambios que ha habido en las dinámicas familiares e institucionales. El aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) dictaminado por el gobierno nacional desde el 20 de marzo interrumpió, también, la dinámica escolar tal como la conocíamos. Miembros del CONICET Mar del Plata y la Escuela Provincial N°28 “Víctor Mercante” están involucrados en el desarrollo y la evaluación de una propuesta para la enseñanza de la lengua a partir de la literatura. José María Gil, investigador independiente del CONICET, y Karen Esusy, vicedirectora de la Escuela 28 y docente de la Universidad Atlántida Argentina, exponen en esta nota algunas de las aristas de los severos cambios que se registran en la educación primaria.

La Escuela N° 28 es una escuela estatal provincial, ubicada en lo que comúnmente se denomina una “zona urbana periférica”, en el Barrio Las Américas y en estrecha cercanía con el Barrio Don Emilio. El equipo directivo, el equipo pedagógico y las docentes en general están muy comprometidos con el entorno sociocultural del barrio, con un alto porcentaje de familias en situación vulnerable. El proyecto de investigación de José María Gil tiene por objetivo diseñar y evaluar una propuesta para la enseñanza de la lengua a partir de la literatura. Por medio de ésta, se busca que los niños y adolescentes no sólo desarrollen la competencia lectora y la competencia comunicativa, sino que también puedan experimentar el placer de la lectura. Para que la propuesta no quede en una planificación ideal de un investigador aislado resulta necesario evaluar algunos de sus aspectos en las aulas. Una de esas evaluaciones tendrá lugar en la Escuela 28, cuyos directivos y docentes se mostraron entusiasmados con el plan.

“En las escuelas primarias la realidad, directamente, nos ha pasado por arriba, como una ola más fuerte de lo que esperábamos”, relatan los agentes educativos, palabras que sirven para empezar a entender algunos de los cambios que ha producido el aislamiento.
En el caso de la Escuela 28, las docentes ejercen la creatividad cotidiana, desde la organización de clases y actividades en grupos de Whatsapp hasta las clases particulares en línea. El equipo pedagógico de la Escuela 28, integrado por la orientadora de aprendizaje, la orientadora educacional y la asistente social, efectúa un seguimiento continuo que comprende a la totalidad de los estudiantes. El panorama, por cierto, es complejo y diverso. “El compromiso de la Escuela 28 contrasta con la desatención que por desgracia parece haber en otros centros educativos, muchos de los cuales cuentan con recursos necesarios para hacer un seguimiento eficaz de los alumnos”, explican Gil y Esusy. .

Durante el aislamiento, muchas escuelas deben comprometerse aún más con la asistencia alimentaria y sanitaria. Esusy manifiesta: “En este contexto, en el que la educación no puede deslindarse de la lucha por la supervivencia, coexisten las tablas de multiplicar y la entrega de alimentos, la lectura de poemas y la fabricación de barbijos caseros, los contactos para explicar las tareas y para hablar del estado de ánimo”.

El equipo de trabajo formado por miembros del CONICET y la Escuela 28 toma nota de algunas reflexiones de una protagonista directa de estos cambios tan profundos: “¿Cómo democratizar la educación? ¿Cómo democratizar las prácticas educativas? Llegando a todas las personas involucradas, que no quede nadie afuera. Nunca fue tan cierto y tan necesario. La pedagogía del oprimido es hoy pedagogía de la emergencia. Necesitamos volver a vincularnos de ser a ser. Vincularnos desde la emocionalidad, desde el dolor, el daño, el trauma. También desde la escucha, el intercambio y la empatía. Con la única intención de demostrar genuino interés. Se transformaron las coordenadas, ya no hay un aula para conocerse, al menos ya no el aula de antes. En estos días no se puede conocer a los alumnos por el rendimiento o las respuestas en función de criterios esperados. Estos días implican un nuevo espacio y una disrupción de las lógicas habituales. El aislamiento nos interroga e interpela como docentes. Es una etapa muy distinta”.

Y continúa: “Seguimos hablando de listas porque parece que las listas ayudan a calmar la angustia de lo desconocido y lo desafiante: listas de contenidos, listas de propósitos, listas de verbos, listas de conectados y desconectados. Son las listas de la desigualdad y exclusión. Angustia tanto el espacio inexplorado, que seguimos con las viejas prácticas. Muchos creen que damos clases frente al celular como si no hubiera pasado nada, pero sí que pasó algo. Como si se pudiera negar la pandemia, el aislamiento y el dolor”.

Por su parte, Esusy considera: “En lo personal, como directiva, me interesa cada docente como ser humano y comienzo cada encuentro virtual con muestras de genuino interés. Quiero saber cómo se sienten como seres humanos con los mismos desafíos que yo. Y hay cambios de humor, agotamiento, euforia. Hay días en los que le pongo doce horas frente a una pantalla, como si no tuviera familia, como si no tuviera necesidades, como si no fuera humana. La familia se queja. Otros días el agotamiento y la desesperanza se apoderan de la escena. Me interesa cada alumno y ahí, gracias a las docentes interesadas en sus alumnos, los profes de distintas áreas y el equipo de orientación escolar, podemos llegar a cada casa. Me interesa cada uno de los nenes. ¿Cómo están? ¿Comen? ¿Tienen frío? ¿Hay forma de comunicarse y de estar en contacto con ellos? ¿Tienen la opción de participar en los grupos de Whatsapp? Se viene el invierno, hace frío (mucho) en Mar del Plata, ¿tienen zapatillas?¿Tienen abrigo? Se comunicauna madre conmigo y nos cuenta que por la tormenta del día anteriorse les inundó la cocina y que perdieron todo. ¿Hay chapas? ¿Hay membrana en el techo? ¿Qué podemos hacer? ¿Hay una red barrial? La orientadora social, ¿está en contacto con la salita sanitaria y la sociedad de fomento? Me interesa el proceso pedagógico en el que nos vinculamos como humanos en ese lazo, ese lazo amoroso de aprendizaje”.

Así se va formando una red que cobija y que une, una red que contenga, que sostenga y abarque a todos. “Cuando construyamos esa red, que sea fuerte, pero no hiera ni duela, entonces podremos entrar todos, con nuestras historias, éxitos y fracasos. Nadie sobra, todos hacen falta”, afirma Esusy. Su testimonio da cuenta del compromiso, de la angustia y hasta de la abnegación. Las docentes señalan que mantienen viva a la escuela en virtud de un esfuerzo mayor que el habitual, porque al final de todo esto, “el aula está en cualquier parte”.

Ahora bien, la ubicuidad fragmentada y dispersa del aula puede generar sobreexposición, y ya se sabe que la falta o el exceso de algo bueno tiene consecuencias impredecibles. Gil recuerda cómo “de poco dormir y de mucho leer” Alonso Quijano “vino a dar el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo”: convertirse en caballero andante.

En este contexto de angustia provocada por el aislamiento debe señalarse que la mayoría de las familias de la Escuela N° 28 (como las de muchas escuelas públicas) no cuenta con una conectividad mínimamente satisfactoria. Por ejemplo, una alumna explica que puede apenas usar el teléfono de su abuelo durante media hora o cuarenta y cinco minutos, y algunos días a la semana. El aislamiento también convirtió en insularidades a infantes, adolescentes y mujeres vulnerables, a veces sin atención sanitaria y, en algunos casos, a merced de agresores. Se incrementan día a día los casos de ancianos que sufren un deterioro cognitivo severo porque no pueden ver a los suyos.
La ausencia de clases también ha sido propicia para visitas que nadie espera. En la Escuela 28 hubo que reemplazar el portón de hierro porque se lo habían robado. Las laboriosas infraestructuras de los clubes de la zona, que acompañan a la escuela en la formación deportiva, han sido el lugar recurrente del saqueo y del vandalismo. “En conclusión, el aislamiento obligatorio pone en evidencia y hasta profundiza las desigualdades que hay desde hace ya demasiado tiempo. El desafío de la escuela, para cuando este aislamiento se termine, es volver a trabajar para corregirlas”, concluyen Gil y Esusy.

Fuente: “Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata”

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