El presidente del Colegio de Psicólogos advirtió que la fragilidad social impacta en la salud mental. Aunque aumentan las consultas, cada vez más personas reducen la frecuencia o abandonan la terapia por razones económicas, acudiendo a alternativas peligrosas
En un contexto social atravesado por la incertidumbre y la crisis económica, los psicólogos de Mar del Plata registran una paradoja: crece la demanda de atención, pero al mismo tiempo muchos pacientes se ven obligados a espaciar o suspender las sesiones por cuestiones económicas. Así lo explicó a Mi8 Pablo Della Savia, presidente del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Mar del Plata, quien advirtió que el fenómeno se intensificó desde la pospandemia y refleja una “sociedad con altos niveles de ansiedad, tensión y violencia”.
El profesional sostuvo que la salud mental se transformó en una variable más dentro del presupuesto familiar. “Vemos un incremento sostenido de la demanda, pero también una disminución en el sostén de esa demanda. Aparece el ‘vengo cada 15 días’ o directamente el ‘no puedo seguir’, producto de una crisis que obliga a equilibrar la economía doméstica y reducir gastos”, señaló.
La salud mental, una prioridad cada vez más postergada
Della Savia explicó que desde la pandemia se registra un crecimiento exponencial de las consultas vinculadas al malestar emocional, pero advirtió que la situación económica agrava la vulnerabilidad de las personas. “Cuando alguien empieza a tener dificultades para sostener su vida cotidiana —cómo pagar la luz o el gas, cómo llegar a fin de mes—, el nivel de fragilidad aumenta. Cualquier conflicto cotidiano se vive con mucha más intensidad, con poco resto emocional”, explicó.
Según el referente del Colegio, esa tensión se traduce en irritabilidad, discusiones familiares y un clima social cada vez más cargado. “Estamos agotados, nerviosos, intolerantes. A veces una situación mínima, como un café frío o una ducha muy caliente, se convierte en el detonante de una acumulación de malestar”, graficó.
Acuerdos entre profesionales y pacientes
Ante la imposibilidad de muchos pacientes de sostener el ritmo de las sesiones, Della Savia señaló que los profesionales intentan alcanzar acuerdos individuales: “Hay quienes espacian las consultas, reducen honorarios o generan formas de crédito, según cada caso. Pero no deja de ser complejo, porque el psicólogo también es un trabajador que necesita sostener su ingreso”.
El dirigente destacó que el impacto del contexto actual no sólo afecta a quienes consultan, sino también a los profesionales de la salud mental, que deben acompañar a sus pacientes en un marco de creciente inestabilidad social.
Terapias alternativas y falsas soluciones
Otro fenómeno que crece, según Della Savia, es la proliferación de ofertas “alternativas” a la terapia psicológica tradicional, muchas sin respaldo académico ni matrícula profesional. “El peligro es que una persona acuda en busca de ayuda y termine peor. Hay prácticas que pueden ser iatrogénicas, es decir, que agravan el problema en lugar de resolverlo”, alertó.
En esa línea, advirtió sobre el uso de herramientas tecnológicas como chatbots o inteligencia artificial para reemplazar la atención profesional. “El problema no es de competencia, sino de salud pública. Estos sistemas no tienen la capacidad de contención afectiva ni el vínculo humano necesario para un proceso terapéutico. Sería como preguntarle al jardinero cómo curar una muela”, ejemplificó.
Finalmente, Della Savia subrayó la importancia de no caer en discursos simplistas -muchas veces ofrecidos como respuesta desde las herramientas que aplican IA para aconsejar a quien acude a ellas- que responsabilizan a las personas por su malestar. “Hay propuestas que dicen ‘si querés, podés’, pero todos sabemos que muchas veces con querer no alcanza. Una persona puede ir a buscar ayuda con ilusión y salir con frustración o culpa porque no recibió la contención adecuada. Y eso agrava aún más el problema”, concluyó.
Fuente: Mi8








