El martes 23, la explanada de la iglesia Catedral fue escenario de un festejo navideño organizado por la Mesa de Diálogo por la Dignidad de las Periferias del Obispado de Mar del Plata, destinado especialmente a personas en situación de vulnerabilidad y a quienes viven en la calle.
La Mesa de Diálogo —integrada de manera permanente por movimientos sociales, universidades públicas y privadas, sindicatos, empresarios, pastorales y diversos sectores de la ciudad— llevó adelante por segundo año consecutivo esta celebración, que permitió compartir la Navidad en un clima de cercanía y fraternidad. Hubo platos típicos de estas fiestas, animación y un ambiente que favoreció el encuentro alrededor de la mesa.
Mientras se compartía la comida, la coordinadora de la Mesa, Ana Laura Vulcano, explicaba que la propuesta buscaba generar un verdadero encuentro entre quienes integran la Mesa, quienes transitan por el centro y quienes atraviesan situaciones de mayor necesidad. En ese contexto, destacó que “hay mucha paz, mucho diálogo” y que el objetivo se cumple cuando las personas se detienen a conversar y a encontrarse.
La jornada culminó con la celebración de la Santa Misa, presidida por el obispo diocesano, monseñor Ernesto Giobando SJ, quien en su homilía invitó a no reducir la Navidad a gestos externos. Recordó que la fiesta puede quedar encerrada en las compras, los regalos y el brindis, pero afirmó con claridad que “la Navidad es Dios con nosotros”.
Al referirse a lo vivido esa tarde, el Obispo señaló que la calle San Martín no fue solo un lugar de paso, sino un espacio donde las personas pudieron detenerse y compartir. En esas mesas, dijo, “no había solo personas con necesidades, sino hermanos y hermanas”, en medio de un mundo marcado por profundas injusticias.
Monseñor Giobando llamó también a superar divisiones y a animarse a construir juntos una ciudad más justa. Advirtió que no se puede permitir que las ideologías fracturen el tejido social y expresó su deseo de “una ciudad donde no se viva bien solo para algunos”, sino un lugar en el que todos tengan un espacio y puedan reconocerse como hermanos.
La celebración concluyó como una preparación compartida para la Navidad y la Nochebuena, en torno a una mesa abierta en el corazón de la ciudad.








