Después de casi ocho horas de deliberación un tribunal popular no logró llegar a un veredicto unánime por lo que el juez le otorgó la libertad a Claudia Jaquelina Cortez, enferma de cáncer de mama, que esta semana fue juzgada por la muerte de su marido, Carlos Ernesto Pelayes.
Las 6 mujeres y los 6 hombres que conformaron el jurado popular convocado para resolver este caso no lograron un acuerdo, por lo que el tribunal se declaró “estancado” al existir “posturas antagónicas”. La fiscalía optó por no insistir con la acusación, por lo que el juez absolvió a Claudia Cortez.
Este miércoles, alrededor de las 20, la presidenta del jurado le transmitió la imposibilidad de llegar a un veredicto unánime al juez técnico Aníbal Crivelli, quien ordenó la libertad de la acusada, informan los colegas del diario Los Andes.
“Yo sé que lo maté, no lo niego pero me defendí. Estoy muy arrepentida. Yo vine al juicio por mí y por tantas mujeres que hoy están muertas por no defenderse”, dijo la mujer luego escuchar los alegatos.
El tema central que discutieron los 12 miembros del jurado fue cuánto influyó en el crimen de Pelayes la violencia de género que este ejercía sobre la acusada. La víctima fatal era un hombre con antecedentes penales, sin ocupación laboral y adicto a las drogas.
En la madrugada del 28 de julio de 2018, en una vivienda ubicada en calle México al 2200 de Godoy Cruz, provincia de Mendoza, Claudia Cortez le asestó un puñalada a su marido Carlos Pelayes en la habitación que compartían. La herida, en la parte interior derecha del tórax a la altura del tercer espacio intercostal, fue fatal: le lesionó la pleura parietal visceral, el pulmón derecho y la aorta ascendente, ocasionándole la muerte.
Tres opciones
Después de que el jurado escuchara los alegatos, el juez Aníbal Crivelli le dio al jurado las instrucciones para que realizaran el veredicto final.
El juez enumeró tres opciones posibles: 1) homicidio agravado por el vínculo con circunstancias extraordinarias de atenuación, delito que tiene penas que van de los 8 a los 25 años; 2) homicidio en legítima defensa, delito que no tiene pena de cárcel; y 3) “no culpable”, es decir inocente.
Los 12 jurados comenzaron a deliberar la sentencia desde el mediodía del miércoles hasta cerca de las 20.
Para el fiscal, quedó probado que Cortez mató a su marido y que ella era víctima de violencia de género pero, tras el homicidio, manipuló la escena del crimen.
“Ella dijo ‘basta’, se hartó del maltrato y eso no es lo correcto. No es un caso de legítima defensa, fue la gota que colmó el vaso”, afirmó Guzzo. Para el fiscal, el ataque con el cuchillo no fue la única opción que la mujer tenía: podría haber usado un medio menos lesivo, “pero ella no usó una jarra sino que encontró el cuchillo que estaba en la cómoda”, alegó.
Por su parte, los defensores -Carlos Moyano y Agustina Maddiona- sostuvieron que la mujer mató a su marido pero fue como respuesta a un ataque y, por lo tanto, se trató de un caso de legítima defensa.
Maddiona explicó que su clienta vivió durante 30 años en un círculo marcado por la violencia de género: primero abusos leves, luego agresiones físicas y, por último, el arrepentimiento. “Las mujeres no queremos matar a los hombres, queremos ser iguales”, dijo la abogada.
Moyano, por su parte, insistió con que la mujer se defendió y que no existió la intención de matarlo. Para el defensor se cumplieron todos los requisitos de la legítima defensa.
Fuente: telefenoticias.com.ar