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Argentina tiene “bajos niveles de alfabetización desde hace mucho tiempo y la pandemia ha agravado esto”

A pocos días del comienzo del ciclo lectivo 2022, atípico por ser el primero que se llevará adelante de forma presencial luego de un intenso aislamiento académico, las incógnitas acerca de cómo la pandemia afectó el aprendizaje de los niños siguen vigentes. Tras dos años de clases virtuales, el miedo por que los más chicos hayan perdido habilidades y herramientas básicas para su desarrollo a futuro repercute en los desafíos que se presentarán de aquí en más.

Portal Universidad dialogó con Lorena Canet Juric, Investigadora Adjunta del CONICET especializada en Psicología Cognitiva y Educación y Docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien brindó detalles acerca de qué efectos tuvo la pandemia sobre los niños en edad escolar y cómo se puede revertir esta situación en las generaciones siguientes.

Diferentes organismos internacionales, ONG’s e investigadores de todo el mundo han alertado de los efectos negativos de la pandemia sobre el aprendizaje, en general, y sobre las poblaciones más vulnerables en particular. “Las investigaciones coinciden en señalar que no solamente se han dejado de aprender contenidos escolares, sino que se han perdido habilidades básicas que constituyen la base de aprendizajes futuros“, explicó.

En este sentido, la especialista confirmó que, según el proyecto Revitalizing, Innovating, Strengthining Education (RISE), “los niños que no han podido acceder a la escuela durante el 2020 perdieron el equivalente a 1,5 años de aprendizaje. Esto genera profundos efectos sobre el desarrollo cognitivo general y un importante impacto en indicadores económicos individuales y globales de cada nación”.

Si bien la pandemia ha afectado de modo semejante a estudiantes de los distintos niveles de escolaridad, “los expertos señalan que puede tener un impacto mayor en los alumnos más pequeños que están comenzando su proceso de alfabetización. Un estudio que ha registrado medidas periódicas en niños de diferentes etapas de escolaridad encontró que la fluidez en la lectura entre los estudiantes de segundo y tercer grado en EEUU está aproximadamente un 30% por debajo de lo que se esperaría en un año típico. Además, los investigadores observaron un impacto desigual en los estudiantes de distritos que, históricamente, contaron con bajo rendimiento, donde desarrollaron habilidades de lectura a un ritmo más lento que aquellos en los de mayor rendimiento”, confirmó.

También hay que tener en cuenta que, “en nuestro país, tenemos bajos niveles de alfabetización desde hace mucho tiempo y la pandemia ha agravado esto. Por ejemplo, UNESCO nos viene mostrando un descenso relativo de los niveles de alfabetización en Argentina. Las pruebas del 2019 exponen que, por primera vez, estamos por debajo del promedio latinoamericano, lo cual es muy preocupante en un país que solía tener uno de los mejores sistemas educativos de la región”, dijo.

En cuanto a cómo afectan estos bajos logros en el aprendizaje de la lectura y la escritura en el futuro de los niños, la investigadora indicó que, “para el joven, el no poder leer y escribir es una fuente de mucho sufrimiento que tiene consecuencias en el corto plazo, porque la lectoescritura es una herramienta que permite el logro de otros aprendizajes y conecta al niño con su cultura y su entorno. A su vez, a largo plazo le imposibilita una inserción en la sociedad plena“.

Por otro lado, más allá de lo individual, “la alfabetización es una fuente legítima de inclusión. El costo de no alcanzarla golpea a toda la sociedad y no solo a la persona que no lee o escribe”, afirmó.

Con respecto a cómo se podría llegar a revertir esta situación, “no hay una fórmula mágica para revertir, de un día para el otro, el preocupante estado en el que estamos, pero debemos comenzar a pensar en qué se ha fallado y qué cosas nos han traído hasta este lugar. En Argentina se siguen implementando enfoques que se probaron en el mundo en la década del ochenta y del noventa, y que se abandonaron porque, a pesar de las buenas intenciones, se notaba que los chicos aprendían menos y no más”, planteó.

En diferentes lugares del mundo, aproximadamente desde el año 2000, “se está planteando la necesidad de recuperar la sistematicidad, la organización y la idea de una progresión en el aprendizaje. Debemos formar a los docentes para que conozcan estas progresiones y para que puedan tener métodos de enseñanza que se apoyen en esta evidencia científica”, concluyó Canet Juric.

FUENTE: Portal Universidad

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