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Cambio climático: ¿puede afectar también la salud mental?

Muchas personas piensan el cambio climático como un concepto abstracto que otros tendrán que enfrentar en el futuro. Es decir, no lo consideran un problema actual sino como uno que tendrán que encarar las próximas generaciones. Este enfoque simplista que comparte gran parte de la sociedad no es algo del futuro, sino que ya resulta un grave problema presente.

Sin duda, los efectos del cambio climático están cada vez más vigentes en la vida cotidiana pero especialmente se han centrado en los peligros relacionados con el clima y sus consecuencias.

Sin embargo, para la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el Cambio Climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI. La salud es y será afectada por los cambios de clima a través de impactos directos (olas de calor, sequías, tormentas fuertes y aumento del nivel del mar) e impactos indirectos (enfermedades de las vías respiratorias y las transmitidas por vectores, inseguridad alimentaria y del agua, desnutrición y desplazamientos forzados)”.

El aire con alto contenido de partículas contaminantes incrementa el riesgo en personas con una predisposición genética a padecer cuadros depresivos.

La Antártida es el termómetro de la Tierra: los científicos investigan los efectos que produce el cambio climático. Foto: EFE/ Alberto ValdesLa Antártida es el termómetro de la Tierra: los científicos investigan los efectos que produce el cambio climático. Foto: EFE/ Alberto Valdes

Cómo afecta el cerebro el cambio climático

A título de ejemplo sobre el impacto sobre la salud mental vale mencionar un reciente estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (EE.UU.) a cargo de neurocientíficos del Instituto Lieber para el Desarrollo del Cerebro (del Centro Médico John Hopkins) y la Universidad de Pekín (China) que afirma que la contaminación del aire no solo afecta al planeta con las catástrofes naturales que están a la vista, sino que también afecta el funcionamiento del cerebro humano.

La investigación demostró que el aire con alto contenido de partículas contaminantes incrementa el riesgo en personas con una predisposición genética a padecer cuadros depresivos.

“Los efectos sobre la responsabilidad del cambio climático en la depresión pueden ser solo la punta del iceberg en lo que respecta a la salud del cerebro. El principal desafío de la medicina actual es una comprensión más profunda de cómo los genes y el medio ambiente interactúan entre sí”.

El investigador Hao Yang Tan afirma: “El mensaje clave de este estudio es que la contaminación del aire está afectando importantes circuitos cognitivos y emocionales del cerebro al cambiar la expresión de los genes que conducen a la depresión”.

Lo más interesante es que los dos factores tienen un efecto multiplicador sobre el riesgo de depresión. Los genes de riesgo y el aire polucionado aumentan el riesgo de depresión mucho más que cualquiera de esos factores de forma aislada.Científicos que estudian los efectos del cambio climático bajo el mar. Foto REUTERS / Lucas JacksonCientíficos que estudian los efectos del cambio climático bajo el mar. Foto REUTERS / Lucas Jackson

Los sistemas de atención de salud mental –públicos o privados– no suelen ser conscientes de la vinculación existente entre la contaminación y las enfermedades mentales, por lo que no la tienen en cuenta en sus diagnósticos y se puede perder así la oportunidad de ayudar a muchas personas a proteger su salud mental.

El papel de la contaminación del aire sobre el cerebro ya no es una cuestión que se pueda negar y obliga a los líderes políticos y a los responsables de salud pública a arbitrar de inmediato los controles necesarios, especialmente en áreas urbanas densamente pobladas donde la contaminación del aire es más alta y el estrés económico y las desigualdades sociales son mayores.

Fuente: Clarin

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