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Carolina Carrillo, la marplatense que saltó una grieta familiar y retomó una herencia que puso a la ciencia a luchar contra el coronavirus

Es pariente del primer ministro de Salud del país, aunque una división la había alejado de esa rama familiar. Es uno de los cerebros detrás de los test rápidos de coronavirus

Una foto recorre el mundo y obliga a que los ojos vuelvan a posarse sobre la ciencia argentina: cuatro investigadores del CONICET sostienen con orgullo el “Neokit-Covid-19″ para detectar coronavirus, un test de diagnóstico rápido que arroja resultados en menos de dos horas con similar sensibilidad que las técnicas actuales de PCR.

Probablemente sonrieron para la foto, pero los barbijos no permiten verlo. A la derecha, una mujer muestra parte del kit que ya fue aprobado por la Anmat. Es Carolina Carrillo, bióloga, doctora en Ciencias Químicas y una de las creadoras del estudio.

Su apellido es bien conocido en la Argentina: es el mismo que el del primer ministro de Salud del país, con quien comparte un parentesco.«Sanguíneo lejano, pero afectivo y de admiración muy cercano», asegura en diálogo con TN.com.ar.

Addrían Vojnov, Luciana Larocca, Santiago Werbajh y Carolina Carrillo con el "Neokit-Covid-19". (Foto: gentileza MINCyT).
Addrían Vojnov, Luciana Larocca, Santiago Werbajh y Carolina Carrillo con el «Neokit-Covid-19». (Foto: gentileza MINCyT).

Su carrera empezó en Mar del Plata, donde nació. Ahora vive en Buenos Aires y bromea: “Soy porteña, tengo la doble nacionalidad”. Aunque no los aparenta, dentro de poco cumplirá 50 años, de los cuales más de la mitad fueron dedicados a la ciencia. Supo desde chica que invertiría su vida en la profesión, cuando en medio de un almuerzo familiar le dijo a su mamá: “Yo voy a ser ingeniera como papá y nada de quedarme en casa como vos”.PUBLICIDAD

Combina la labor científica y la docencia con otro trabajo: es mamá de dos chicos de 11 y 16 años, y asegura que uno de los grandes desafíos de su vida es educar a dos varones “deconstruidos”. Carolina desliza algunas “e” cuando habla: elige el lenguaje inclusivo. “Fui parte de un programa de ciencia y género de la UNESCO. Tuve una formación que me hizo despertar. Desde entonces, veo todo en clave de género”, confiesa a este medio.

– ¿Hace cuánto trabajan en el desarrollo de este kit?

Hace relativamente poco. Santiago Werbajh, uno de los integrantes del grupo e investigador de la fundación Cassará, se le ocurrió a fines de febrero empezar a diseñar el kit para COVID-19 frente a las noticias que circulaban en China, cuando esto no era ni una pandemia.

Nosotros veníamos trabajando con el concepto de plataforma tecnológica para el desarrollo de kits desde el 2011. Primero lo aplicamos al chagas, pero cuando vimos la potencia que tenía la tecnología, en el 2013, la planteamos en términos de plataforma. Empezamos a aplicarla y a ajustarla en cada caso.

Adrián Vojnov y Carolina Carrillo junto con Alberto Fernández, Ana Franchi, Roberto Salvarezza y Ginés González García en Olivos. (Foto: Prensa Presidencia)
Adrián Vojnov y Carolina Carrillo junto con Alberto Fernández, Ana Franchi, Roberto Salvarezza y Ginés González García en Olivos. (Foto: Prensa Presidencia)

– Si tuvieras que explicar de una forma simple este gran logro, ¿qué dirías?

Logramos hacer un test diagnóstico que es muy específico, muy sensible y muy fácil de usar. Además, es bastante económico y rápido. También detecta precozmente la presencia del virus, como la PCR.

– ¿Ya tuvieron contacto con científicos de otros países a raíz de este desarrollo?

Sí, ya hay comunicación con otros países. En cuanto el Gobierno empezó a mencionar el tema, varios se pusieron en contacto y querían comprar el kit, pero hay que esperar…

El NEOKIT-COVID-19 es un nuevo test rápido de diagnóstico molecular de COVID-19. (Foto: gentileza MINCyT)
El NEOKIT-COVID-19 es un nuevo test rápido de diagnóstico molecular de COVID-19. (Foto: gentileza MINCyT)

– ¿Hace cuánto te dedicás a esto?

La fundación de la plataforma la hicimos Adrián Vojnov y yo en el 2011 con un subsidio del Estado que recibimos en un principio para chagas. En el 2013 se incorporaron al equipo Luciana Larocca y Fabiana Stolowicz, las otras dos mujeres. Así que hace mucho…

– ¿Soñabas con formar parte de algo tan grande como esto?

Siempre le puse mucha pasión a mi trabajo y soñé en grande. Desde los seis años sabía que iba a ser científica y decía que no iba a tener hijos ni pareja y que iba a ganarme el premio Nobel. Siempre me inspiró ir por más.

Carolina Carrillo trabaja en la investigación del chagas hace muchos años. (Foto: Facebook)
Carolina Carrillo trabaja en la investigación del chagas hace muchos años. (Foto: Facebook)

– Y ahora que estás atravesando este momento, ¿se siente como estar en la cresta de la ola?

Todavía no tomé real consciencia. Es una gran emoción y, como cualquier cosa grande que te pasa en la vida, todavía me cuesta ver la magnitud. Voy cayendo a raíz de las reacciones de la gente que más quiero.

– ¿Cuál es la parte de tu trabajo que más te llena?

Me apasionan muchas cosas. Yo trabajo mucho con el tema del chagas y puedo combinar varias cosas, la investigación y la comunicación. Me encanta ver como cuando uno hace algo puede tener un impacto positivo en otros. Me gusta combinar la ciencia pura y dura con, por ejemplo, pensar cómo comunicar un aspecto, buscar la didáctica de la ciencia.

– La figura de Ramón Carrillo, quien fue el primer ministro de Salud y parte de tu familia, ¿fue lo que te inspiró a dedicarte a la ciencia?

Fue un gran ejemplo. Creo que es un personaje que cambió la salud pública en la Argentina. Sin embargo, la ciencia no llegó a mí a través de él. Los Carrillo son una familia muy numerosa: Ramón es del ala de los santiagueños y yo vengo de la rama de los jujeños. Por una disputa, la familia quedó agrietada en el pasado. Yo crecí sin saber que teníamos un parentesco. Cuando volvió la democracia en el 83, uno de mis tíos más grandes nos dijo: «Ahora que empezamos una etapa nueva en la democracia Argentina, creo que vale la pena olvidar algunas distancias y reconocer que somos familia, más allá de que seamos lejanos o cercanos de sangre y afectos». Así me enteré de que era pariente de Ramón Carrillo.

– ¿Entonces cómo llegó la ciencia a tu vida?

Mi papá era investigador y docente universitario. Fue muy fuerte su ejemplo en mi vida. Después, revisando mi historia con los años y con una mirada de género, me di cuenta de que mi mamá era una persona súper inteligente y que le hubiera encantando estudiar matemáticas, pero pertenecía a una familia que no consideraba que las mujeres tuvieran que estudiar. Yo siempre pensé que la vocación venía de mi padre, pero hoy creo que el ejemplo vino de mi padre y la vocación de mi mamá, de eso que ella no pudo hacer y siempre me apoyó para que yo sí pudiera.

– ¿Desde que sos chica quisiste dedicarte a la ciencia?

Sí. Mi mamá siempre cuenta que, cuando tenía tres años recién cumplidos, dije en la mesa familiar: «Mirá mamá, yo voy a ser ingeniera ‘agrómona’ como papá y nada de quedarme en casa como vos».

– ¿Cuáles son los obstáculos con los que se enfrentan hoy las mujeres que quieren dedicarse a la ciencia?

Creo que hoy son «micro obstáculos». Son sutiles y cuando querés volverlos tangibles parecen minúsculos, pero la sumatoria de esas cosas terminan siendo mucho más grandes, como por ejemplo, que empezamos siendo mayoría en las carreras científicas, pero después somos muy pocas en los lugares de decisión. Se ve en las posiciones de decanato en las facultades, en las academias de ciencias, en los ministerios, en todo.

– ¿Alguna vez sentiste que te costó más llegar a ciertos lugares por ser mujer?

Sí. Te pongo un ejemplo. Cuando te invitan a dar una charla a un congreso, en general nos pasa tanto a varones como a mujeres que estamos nerviosos por la exposición, por hablar de algo que tiene que ver con nuestra capacidad. Pero a las mujeres se nos suma el aspecto físico. Hay un punto de vulnerabilidad cuando te parás frente a un público que sabés que está mirando tu cuerpo. Eso no pasa con el cuerpo masculino. Cuando vos te parás frente a un público, no dejás de ser un cuerpo femenino y, dentro de una cultura como esta, un cuerpo objeto, en donde hay otros que pueden evaluar, decidir, juzgar. Esas cosas van haciendo diferencias, sutiles, pero diferencias al fin.

También juegan mucho los esterotipos de género, la idea de que las mujeres somos tiernas y los varones poderosos, o que nosotras opinamos y ellos toman decisiones. Se juegan siempre esas cosas. Ni hablar cuando queremos disputar espacios de poder.

– ¿Qué le dirías a las nuevas generaciones de niñas que quieren dedicarse a la ciencia?

Les diría que es un camino arduo, de grandes satisfacciones profundas y no a corto plazo, que te dan la oportunidad de expresar tanto los deseos y las motivaciones como las aptitudes, la inteligencia y la creatividad. Vale la pena. A veces quienes hacemos ciencia y tecnología sufrimos los avatares del apoyo económico y de la representación simbólica de lo que es la ciencia y la tecnología, pero más allá de eso, a lo largo de toda mi carrera tuve grandes satisfacciones y el placer inigualable de dedicarme a esto con pasión y satisfacción.

Fuente: TN

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