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Guardia Suiza del Vaticano: por qué solo ellos protegen al Papa y los estrictos requisitos para entrar

Fundada en 1506 por orden del papa Julio II, esta guardia personal ha protegido a los papas durante más de cinco siglos

La Guardia Suiza del Vaticano no es solo uno de los cuerpos de seguridad más fotografiados del mundo gracias a sus uniformes renacentistas de vivos colores, sino también una de las instituciones militares más antiguas y singulares que aún perduran en pleno siglo XXI. Fundada en 1506, esta fuerza élite no solo ha sobrevivido al paso del tiempo, sino que ha mantenido prácticamente intactos sus valores, rituales y requisitos de ingreso, con la misión principal de garantizar la seguridad del Papa y del Estado Vaticano.

Un legado de más de 500 años

La historia de la Guardia Suiza comienza con el papa Julio II, quien solicitó al pueblo suizo —reconocido en la época por su valentía y fidelidad militar— un destacamento de soldados para su protección personal. Así, llegaron al Vaticano 150 hombres desde los Alpes, sentando las bases de lo que hoy conocemos como la Guardia Suiza Pontificia. El episodio más recordado ocurrió el 6 de mayo de 1527, durante el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V. En ese día trágico, 147 guardias ofrecieron su vida defendiendo al papa Clemente VII, permitiendo que escapara a través del pasadizo secreto conocido como Passetto di Borgo. Desde entonces, cada 6 de mayo, en el Patio de San Dámaso, los nuevos reclutas prestan juramento de lealtad, conmemorando aquel sacrificio heroico.

¿Qué se necesita para ser guardia suizo?

Los requisitos son estrictos y reflejan el nivel de compromiso y exclusividad del cuerpo:

  • Ser hombresoltero, y de nacionalidad suiza.
  • Tener entre 19 y 30 años y medir al menos 1,74 metros.
  • Ser católico practicante y tener un historial limpio sin antecedentes penales.
  • Haber cumplido el servicio militar suizo y contar con una formación profesional o título de enseñanza secundaria.
  • Una vez en servicio, los guardias pueden casarse solo después de cinco años y si disponen de una vivienda adecuada dentro del Vaticano.

El proceso de selección comienza con una solicitud formal y continúa con entrevistas y pruebas físicas y psicológicas. Aquellos que superan todas las etapas, se trasladan a Roma para una formación intensiva de dos meses, donde aprenden defensa personal, manejo de armas modernas, historia del Vaticano, ceremonial papal e italiano.

Funciones y vida dentro del Vaticano

Aunque con solo 135 efectivos, la Guardia Suiza es el ejército profesional más pequeño del mundo. Sus responsabilidades incluyen la protección directa del Papa, la vigilancia de los accesos al Vaticano, el control del orden público en actos litúrgicos y la asistencia a los visitantes y peregrinos. Durante la sede vacante —como la actual tras el fallecimiento del papa Francisco— la Guardia Suiza mantiene su papel activo, asegurando las ceremonias oficiales y velando por la seguridad de los cardenales durante el cónclave que elegirá al nuevo pontífice. Pese a que su salario ronda los 2.000 euros brutos al mes, los beneficios incluyen alojamiento, manutención y cobertura médica completa. Además, tres de cada cuatro guardias continúan su carrera en cuerpos de seguridad suizos tras terminar su servicio, y no es raro que algunos terminen optando por el sacerdocio, inspirados por su entorno.

Más que soldados: un emblema cultural

Además de su rol militar, la Guardia Suiza es un símbolo visual y cultural. Sus uniformes, con rayas azules, rojas y amarillas, a menudo atribuidos —aunque sin pruebas— a Miguel Ángel, son uno de los íconos más reconocibles del Vaticano. La mezcla entre tradición, disciplina y espiritualidad convierte a estos hombres no solo en guardianes del Papa, sino también en custodios de una herencia histórica que sigue viva. En un mundo donde muchas tradiciones militares desaparecen o se transforman, la Guardia Suiza destaca por haber sabido evolucionar sin perder su esencia. Combina la modernidad del entrenamiento con la solemnidad de su historia, y continúa siendo una muestra viva de la relación especial entre Suiza y la Santa Sede.

Fuente: theobjective

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