Mirador Virtual Mobile

Joaquín «El Chapo» Guzmán fue condenado a cadena perpetua: «No tuve un juicio justo», dijo sin mostrar arrepentimiento

El narcotraficante mexicano escuchó la sentencia de voz del juez Brian Cogan: Emma Coronel estuvo presente en la corte

Sin sorpresas, la carrera criminal de «El Chapo Guzmán» terminó con la brutal sentencia de cadena perpetua por parte de la justicia de los Estados Unidos.

La mañana de este miércoles 17 de julio, el juez Brian Cogan sentenció a cadena perpetua más 30 años, a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, por lo que el narcotraficante mexicano de 62 años de edad, deberá cumplir su condena en la temida prisión de ADX Florence, conocida como la «Alcatraz de las Montañas Rocosas» o «Super Max» y considerada la cárcel más segura de Estados Unidos, ya que está diseñada a prueba de fugas.

Fue en la sala 8D de la de la Corte Federal de Brooklyn donde el sinaloense escuchó las palabras más terribles de su vida: ser condenado a vivir hasta el último de sus días en una prisión de ultra máxima seguridad en los Estados Unidos.

Antes de escuchar su sentencia, Joaquín «El Chapo» Guzmán habló por primera vez ante la corte.

El criminal mexicano se mostró sin arrepentimiento al momento de hablar ante el juez.

«El juez me ha negado un juicio justo cuando todo el mundo lo estaba viendo», el cual dijo, «estuvo estado manchado por la mala conducta del jurado». Además, volvió a quejarse de las condiciones en las que está recluido al ser víctima de «un trato cruel e inhumano».

Guzmán calificó como «corrupto» al sistema de justicia estadounidense.

Andrea Vélez, quien sobrevivió a un atentado contra su vida ordenado por «El Chapo», dio un conmovedor testimonio del caos en el que se sumió su vida tras el ataque del narcotraficante.

Quien causó gran expectativa a su llegada fue Emma Coronel, la joven esposa de «El Chapo». A su arribo lució cabizbaja, vestida con una blusa blanca, chaleco negro, cabello suelto y lentes oscuros.

Este miércoles fue el último día que pudieron verse, ya que el estricto reglamento de la prisión ADX Florence no permite visitas ni llamadas por teléfono.

La mamá de las gemelas de «El Chapo» simplemente se despidió del acusado con un ademán de adiós. No hubo lágrimas, lamentos.

Quienes también estuvieron presentes fueron Rosa Isela Guzmán, presunta hija de «El Chapo» llegó junto a una prima, identificada como Dania.

Pero la gran ausente fue su madre, María Consuelo Loera Pérez. No pudo viajar para ver por última vez a su hijo, debido a que las autoridades estadounidenses le negaron la visa humanitaria, argumentando que «nadie que tenga vínculos directos o indirectos con el narcotráfico, podía ser candidato a una visa.

El exjefe del Cártel de Sinaloa llegó a ser el hombre más buscado por el gobierno de la Unión Americana tras la muerte de Osama Bin Laden y es el mayor capo del narcotráfico extraditado y enjuiciado por Estados Unidos.

Es por eso que el gobierno estadounidense se aseguró de que el «El Chapo», considerado el mayor narcotraficante del planeta tras la muerte del colombiano Pablo Escobar, pase el resto de su vida tras las rejas.

El gobierno lo encontró culpable de traficar o intentar traficar 1.213 toneladas de drogas a Estados Unidos a lo largo de un cuarto de siglo, así como 1,44 toneladas de base de cocaína, 222 kg de heroína, casi 50 toneladas de marihuana y «cantidades» de metanfetaminas.

Durante el llamado «Juicio del Siglo» catalogado también como el más caro (se estima que costó alrededor de 50 millones de dólares), la Fiscalía presentó pruebas de que ordenó la muerte o torturó y mató él mismo a por lo menos 26 personas o grupos de personas, incluidos supuestos informantes, narcos rivales, policías, socios y hasta familiares.

Hay peticiones de supuestos afectados por las actividades criminales del Chapo que están solicitando a la justicia la restitución monetaria del daño. La resolución tomará alrededor de 90 días después de la sentencia.

«Alcatraz de las Montañas Rocosas», el infierno en la Tierra

De acuerdo con el diario The New York Times, la Penitenciaría de Máxima Administrativa de los Estados Unidos (ADX) ubicada en el estado de Colorado, está destinada a encarcelar a lo peor de la clase criminal. Ahí se encuentra las personas que el gobierno considera enemigos del estado, por lo que son sometidos a los niveles más extremos de confinamiento solitario.

Sus celdas tienen una dimensión de 3.5 x 2 metros, están hechas con muros gruesos de cemento y cerradas por una doble puerta metálica que impide que los reos se vean unos a otros.

Algunos de los presos tienen acceso a televisión y libros y sólo pueden salir a ejercitarse 10 horas a la semana. Sus visitas al patio al aire libre están limitadas a una jaula personal.

En esta prisión se encuentran varios terroristas islámicos de alto perfil. Ahí se encuentran Dzhokhar Tsarnaev, quien colocó una bomba en el Maratón de Boston o Ted Kaczynski, «Unabomber». Otros terroristas extranjeros condenados a vivir en esta prisión incluyen al conspirador del 11-S, Zacarias Moussaoui; además del cerebro del bombardeo del World Trade Center en 1993, Ramzi Yousef.

De acuerdo con el ex convicto Travis Dusenbury, quien estuvo preso en la «Super Max» contó su experiencia a The Marshall Project.

«No es como ninguna de las prisiones en las que he estado, y he estado en muchas prisiones, pero al menos en esos lugares siempre podía ver una carretera, ver el cielo»

«En el ADX no puedes ver nada, ni una autopista en la distancia, ni el cielo. Sabes que en el momento en que llegas allí no verás nada de eso, no por años y años. Simplemente estás apagando del mundo. Lo sientes. Se hunde, esa sensación de pavor. Es el lugar más duro que hayas visto nunca. Nada vivo, ni una pequeña hierba en algún lugar. Mi celda era completamente concreta», continuó.

Otro testimonio, el de Richard McNair, quien cumplía una sentencia de cadena perpetua por asesinato, escapó tres veces de otras prisiones: una vez que usaba bálsamo labial para exprimir las esposas y, en otro caso, salía de la prisión con bolsas de correo. Fugas que inevitablemente hacen recordar al narcotraficante mexicano.

Lo narrado por McNair retrata lo que le espera a «El Chapo»: «En general, te ven como menos que un humano, había esta mirada despectiva todo el tiempo. Y experimentan contigo al ponerte al lado de personas con quienes sabían que tenías historias violentas. Creo que la mayoría de las personas dan por sentado que son humanos, pero cuando llegas al ADX, te das cuenta de que ser humano no es un derecho de nacimiento», aseguró.

Los secretos contados por criminales que traicionaron a «El Chapo»

Fueron sus socios, distribuidores y supuestos «amigos», quienes hundieron legalmente al exjefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín «El Chapo» Guzmán, exponiendo detalles explícitos de sus brutales crímenes, negocio de drogas, enemigos, rutas de envío y sobornos.

Hablaron sobre el viejo socio que lo ayudó a escapar de una prisión, su mejor proveedor de cocaína, y hasta del temido técnico que instaló un sistema de comunicación y de espionaje para la célula delictiva de Sinaloa.

«El Rey», hermano menor de Ismael «El Mayo» Zambada y quien representaba al cártel en la Ciudad de México, fue el primer testigo cooperante de la Fiscalía estadounidense en sacudir la estrategia de la defensa de Guzmán, alegando que éste era uno de los principales líderes.

Realizó una radiografía del tráfico de drogas que lideró «El Chapo» desde Colombia hasta Nueva York, Estados Unidos.

En el libro «El Chapo Guzmán, el juicio del siglo», la periodista Alejandra Ibarra Chaoul, una de las pocas comunicadoras en el mundo que cubrió el juicio del capo, relató que «El Rey», con su carisma, se ganó la atención del jurado.

Ahí, el narco aseguró que «El Chapo» invertía con otros narcos en la importación de cocaína: compartían el transporte se dividían los sobornos y el personal para mover esa droga hasta el otro lado de la frontera norte de México.

La estructura del Cártel de Sinaloa, digna de una empresa trasnacional, incluía líderes que manejaban a sublíderes: si un cargamento tenía que llegar a Guerrero, había una persona ahí. No importaba de dónde llegaba la cocaína colombiana, pues la célula delictiva tenía la infraestructura para recibirla y llevarla a EEUU.

Una parte importante de esa organización eran los funcionarios públicos que recibían una paga de los narcos, al igual que los transportistas, pilotos, ingenieros, choferes y guardias de seguridad.

En las anécdotas de «El Rey» se escuchó por primera vez los detalles de la pistola que siempre llevaba consigo «El Chapo»: una súper .38 con cachas de diamantes que tenía sus iniciales.

Una de las responsabilidades del hermano menor de «El Mayo» Zambada, era administrar las bodegas en la Ciudad de México. La cocaína llegaba de diferentes puertos y el principal proveedor era «Chupeta», un narco colombiano que trabajaba para el Cártel del Norte del Valle.

La coca se empacaba en una especie de hule, se amarraba y se le ponía otro. «Se encinta, otro hule, lo encintas. Hasta que tengas la seguridad de que no se va a mojar si le cae agua», decía.

Cuando la droga salía a la Ciudad de México, se mandaba al país vecino en pipas de gas, a las que les hacían un doble fondo. Si detenían alguna y abrían la válvula, salía olor a gas. También transportaban cocaína a través de túneles, mediante operación hormiga de coches particulares con la droga escondida en comportamientos secretos, dentro de submarino caseros y por avión.

Los sobornos se distribuían una vez al mes. «El Rey» le daba USD 300,000 al director de la Procuraduría General de la República, al de Caminos y Puentes Federales, al de la Policía Judicial, al de homicidios, a las autoridades del aeropuerto y a policías municipales.

Fuente: www.infobae.com

Comentarios

comentarios