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La increíble historia del joven que baila las canciones de Disney en el subte y es campeón nacional de patinaje artístico

Lucas Benítez trabaja a la gorra en la línea B para pagar sus clases de perfeccionamiento. A pesar de haber comenzado a los 20 años y de padecer un angioma que reduce su visión, es el campeón argentino en su categoría. “Mi vida es un logro detrás de otro. Yo alcancé la cima pero ahora quiero superarla”, dice el patinador, que sueña con llegar al programa de Marcelo Tinelli y participar de un mundial

«Libre soy, libre soy, el viento me abrazará. Libre soy, libre soy, no me verán llorar», se oye, en plena hora pico, mientras algunos pasajeros miran sorprendidos y otros registran la escena con sus celulares. Pocos en el vagón saben que ese chico que patina y baila al ritmo de distintas canciones de Disney en la línea B del subte es campeón de patinaje artístico, que se llama Lucas y es un soñador. Un chico –un hombre de 29 años– que supo reescribir su propia historia. Una historia de superación constante. Tanto, que él siempre va por más: «Yo siento que no tengo límites, he logrado todo lo que me propuse», desafía.

Hace cinco años Lucas se subió por primera vez a un vagón de subte -el 777 de la línea B, desde entonces, su número de la suerte- y empezó a cantar temas de Luis Miguel y Cristina Aguilera: «Elegía temas populares que le gustan a la gente». Lo hacía a capella y, seguramente, sin la pericia con la que usa hoy sus patines. Pero con una pasión insuperable: «Tenía 22 años y toda mi vida había soñado con tomar clases de patinaje, pero no había podido porque mis viejos no tenían plata. Empecé a venir a cantar a la gorra sin saber que esta iba a ser mi fuente de trabajo».

Con los primeros pesos, Lucas se compró un micrófono y un amplificador. Después cambió el mic por los patines, pero antes tuvo que ir a aprender a la Sociedad de Fomento José Manuel Estrada de Villa Bosch. «De chico había intentado hacerlo pero los profesores no me tenían paciencia. El día que conocí a mis entrenadores, Mimi Cavaco y a Nano Tribbiani, empecé a cumplir mi sueño. Ellos se convirtieron en mi familia», cuenta Lucas que lleva tatuada a su entrenadora en el antebrazo: «Es mi segunda madre, me ayudó a entrar a los torneos cuando no tenía plata, me lleva de vacaciones».

En apenas siete años –y arrancando después de los 20–, Lucas tomó la técnica del patinaje muy rápido. Tanto que ganó torneos federales en los últimos tres años y es el actual Campeón Nacional de Patinaje Artístico en la categoría B.

Lucas viene de una familia de clase media de Villa Bosch: «A veces media, a veces media baja», explica. Por falta de dinero no pudieron mandarlo a patín durante su niñez ni su adolescencia: «Es una carrera cara, con mucha demanda horaria y en casa no daban ni los tiempos ni la plata. Entonces me propuse: ‘termino la primaria y la secundaria y, cuando lo pueda pagar, lo voy a hacer’. Y los resultados están a la vista: salí campeón varias veces y ya competí de forma internacional».

Desde chico el patinador convive con un angioma en el costado izquierdo de su cara que le reduce la visibilidad en el ojo izquierdo. «Es cierto, tengo un carnet de discapacidad pero no me cuelgo de eso para dar lástima ni conseguir nada. Me siento orgulloso del éxito y de todo lo que he logrado. Tanto en el subte como en una competencia muestro quién soy y trato de superarme».

-¿Cómo fueron tu infancia y tu adolescencia?

-Tengo una vida feliz, estoy agradecido por todo lo que tengo. Yo siempre me acepté como soy, más allá de que los chicos puedan ser crueles. Un día, en la escuela secundaria, un compañero me puso Mancha de apodo. Y ahora en el club todos me conocen así. Yo lo tomé como algo positivo y lo hice propio. Además, como dice el refrán, «¡qué le hace una mancha más al tigre!» (ríe).

-¿Sentís alguna limitación por tu discapacidad?

-Además de una reducción en la vista, el angioma me produjo un retraso madurativo. Pero no me limita en lo más mínimo. A veces escucho a la gente: «Ya estoy grande para hacer patín». Pero, si yo pude llegar a este nivel habiendo arrancado a los 20, cualquiera puede hacerlo. Solo hay que proponérselo.

«Tengo una vida feliz, estoy agradecido por todo lo que tengo. Yo siempre me acepté como soy, más allá de que los chicos puedan ser crueles. Un día, en la escuela secundaria, un compañero me puso Mancha de apodo. Y ahora en el club todos me conocen así. Yo lo tomé como algo positivo y lo hice propio. Además, como dice el refrán, “¡qué le hace una mancha más al tigre!”

-Nunca perdés la alegría por más que la vida te ponga algunos obstáculos.

-Sí, así lo siento. A veces me pasa que cuando los chicos ven la mancha que tengo en la cara se asustan. Pero yo me les acerco con buena onda y ven que bailo las canciones que les gustan a ellos y entienden rápido.

-¿No te frustra?

-No, con la personalidad que tengo, para nada. Los chicos son chicos, el problema es qué le dicen los padres. ¿Por qué me voy a caer o deprimir? No me hace mejor ni peor persona mi aspecto. En su momento me traté el angioma con el doctor Blugerman pero ya está, es mi marca.

Es solo una cuestión de actitud

Cuando se cierra la puerta del último vagón que sale desde la estación Carlos Gardel, abajo del Abasto, Lucas le da play a su teléfono y arranca con su performance. El patinador se desliza, se cuelga de las barras pasamanos y muestra todo el repertorio que aprendió en su club de Villa Bosch. ¿El más aplaudido? «El swing double toe loop», detalla él.

Lo acompaña un tema que lo representa, Soñar es desear, de la película Cenicienta: «No es que estoy todo el día escuchando canciones de Disney pero hay muchas cosas que me dan esperanza: ser libre como Rapunzel, trabajar duro como La Princesa y el Sapo. Cuando estoy bajoneado pongo esas canciones y pienso que llegué a la cima pero todavía puedo llegar mucho más alto».

Mancha –como todos le dicen en su ambiente de patinaje– ya es uno de los artistas más conocidos de la línea B: «La elegí porque no tiene muchas curvas: es mejor para bailar», detalla.

Pero su popularidad creció en los últimos días cuando la periodista Fabiana Solano (@xfabianasolanox) subió a su cuenta de Twitter un video suyo que se volvió viral: «Este pibe bailando canciones de Disney en el subte es todo lo que está bien», escribió y recibió miles de retuits.

«Las redes ayudan a hacerte conocido y que por ahí pueda llegar alguna ayuda. A Marcelo Tinelli le han gustados mis fotos. Me gustaría estar en una apertura del Bailando. Si no, aceptaría una invitación del señor Tinelli para hacer algo en el piso», propone.

-¿Hay dificultades para trabajar en un medio de transporte?

-Una vez, en el Ferrocarril Urquiza, un guarda no me dejó bailar y me quiso echar. Estaba bastante vacío pero llamó a la policía. Lo loco es que el oficial se puso de mi lado: «El chico está trabajando». Cuando voy a la costa aprovecho para laburar en las peatonales, aunque a veces se complica con los permisos municipales. Muchas veces me quieren echar y la gente me defiende. Hay que renegar con eso.

-¿Tenés que andar esquivando la seguridad?

-No, yo no voy a esconderme de nadie. Lo único que quiero es ganarme el dinero para solventar mi carrera y poder vivir. Yo no hago nada malo, por qué voy a andar escapando como si fuera un ladrón, un delincuente.

-¿Te alcanza para vivir?

-Por suerte la gente reconoce el talento y lo paga. Es una cuestión de actitud, ningún día es malo. Y tampoco es que tenés un día milagroso que juntás mucho y te relajás. Esto es todos los días, de lunes a domingo. Me he quedado hasta las doce de la noche porque tengo que pagar inscripciones a los torneos.

-¿Qué tan cara es la carrera de patinaje?

-Un torneo nacional puede costar 40 mil pesos, además del viaje. Y los patines que necesito ahora cerca de 150 mil. Muchas veces me he quedado afuera por no tener la plata. Por eso, cuando entro a la pista en un campeonato hago valer hasta el último minuto que pasé en el subte. Disfruto cada momento pensando en el esfuerzo que significa.

-¿Siempre te movilizaron las canciones de Disney?

-Sí, te mejoran el día y te muestra que nada es imposible. Un chico ladrón puede encontrar una lámpara y terminar con una princesa. Una bestia atrapada en un hechizo puede enamorar a su amada. Todo es posible en la vida.

-¿Te sentís una persona que le ha ganado al destino?

-Mi vida es un logro detrás de otro. Valoro cada momento y estoy feliz con lo que tengo. No soy una persona ambiciosa, pero todavía quiero cumplir algunos sueños. Me gustaría participar de un mundial de patinaje artístico, pero para eso tengo que seguir mejorando y superar la categoría en la que estoy. Total, yo sé que nada es imposible.

Fuente: infobae.com

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