Mirador Virtual Mobile

La tragedia de los plásticos: envoltorios y cambio climático

El Panel de Cambio Climático de la Universidad Nacional de Mar del Plata continúa aportando a la reflexión crítica sobre los desafíos ambientales actuales. En esta nueva nota, se analiza el vínculo entre el uso masivo de envases plásticos —especialmente de un solo uso— y el cambio climático, desde su producción hasta su disposición final.

A través de ejemplos cotidianos, datos científicos y argumentos claros, se invita a pensar en las consecuencias ambientales de nuestros hábitos de consumo y en la urgencia de políticas públicas integrales, como una ley de envases con responsabilidad extendida del productor.

La tragedia de los plásticos: envoltorios y cambio climático 

Es bueno empezar remarcando un hecho probado no sólo por los científicos, sino tristemente demostrado en nuestra vida cotidiana: existe un cambio climático que se puede sintetizar en un aumento de la temperatura global del planeta, provocado por la actividad humana, que causa, entre otros efectos, inundaciones en algunas regiones y sequías en otras. 

La mayoría de las actividades humanas generan los Gases Efecto Invernadero (GEI). En los dos últimos siglos la producción de esos gases ha crecido enormemente. Hay preguntas que surgen en cualquier ámbito que se charle sobre este tema: ¿El cambio climático es inevitable? ¿Tenemos que volver a vivir en las cavernas si queremos que no se produzca? 

Creemos que es posible mantener una buena calidad de vida y a la vez reducir la producción de GEI. Para eso, tendremos que cambiar algunas conductas casi desquiciadas que se han hecho costumbre en las últimas décadas. Observemos esta escena: Una familia va a un local de comida rápida. Hace su pedido -cuatro combos de hamburguesas con fritas y gaseosa- y en menos de 15 minutos, han devorado toda su comida y generado un pequeña montaña de basura, que incluye cuatro vasos de cartón encerado, alrededor de veinte servilletas, cuatro papeles plastificados para envolver las hamburguesas, cuatro conitos de cartón, impreso en colores de uno de los lados, ocho o diez envases de aderezo fabricados en plástico y, tal vez, cuatro bombillas. Un volumen de basura mucho mayor que la comida consumida, generado por envases que se usaron sólo minutos. 

Ese es sólo un ejemplo. Vivimos rodeados de envases, sobre todo de plástico, que en general desechamos muy rápidamente. 

¿Cómo se relaciona esto con el cambio climático? 

Los materiales que, de manera general, llamamos plásticos, son casi en su totalidad derivados del petróleo. Nos rodean desde que amanecemos hasta que nos vamos a dormir. La mayoría de los envases plásticos están hechos a partir de polímeros derivados de combustibles fósiles: polietileno (PE), polipropileno (PP), polietileno tereftalato (PET), etc. El problema en relación al cambio climático es que la extracción, transporte y refinamiento de petróleo y gas natural para producir monómeros (que luego se transforman en polímeros) como el etileno y el propileno

son altamente emisivos en GEI. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), la industria petroquímica representa aproximadamente el 5% de las emisiones globales de esos gases. Además, el proceso de cracking de nafta y gas etano para generar polímeros requiere temperaturas elevadas, generando importantes emisiones directas de dióxido de carbono (CO2), el más abundante y conocido de los GEI 

Además debe considerarse que los materiales plásticos son sensibles a las variaciones de temperatura, y la polución puede incrementarse bajo el contexto de cambio climático por el aumento de la degradación de los polímeros y la producción de microplásticos con el aumento de la temperatura. A su vez, pensando en plásticos (no envases), las condiciones extremas más frecuentes (por frío o calor) derivadas del cambio climático demandan mayor producción de estos materiales, como el caso de acondicionadores de ambiente. 

Hay que tener en cuenta no sólo la generación de gases en la producción, sino en la logística del transporte y también en la disposición final de estos envases, ya que el 80% de los envases plásticos en Argentina no se recicla. Muchos terminan en rellenos sanitarios, donde si bien el plástico no genera metano directamente, reduce la compactación y acelera el colapso de los sitios de disposición, generando indirectamente más emisiones por transporte y manejo. O en basurales a cielo abierto, donde suelen ser quemados informalmente, liberando CO2 y otros gases que, si bien no son GEI, son altamente tóxicos, como CO, dioxinas y furanos. Otros envases terminan en ambientes acuáticos y terrestres, donde la degradación parcial de microplásticos también tiene efectos indirectos sobre el cambio climático al alterar ciclos biogeoquímicos. (Es decir, impedir la captura natural de carbono) Aunque en nuestro país la incineración controlada está prohibida, en los países donde se utilizan con plantas de valorización energética, se libera CO2 fósil directamente. 

Argentina aún no cuenta con una ley de envases integral, aunque ha habido intentos legislativos con orientación ambiental y social (en especial a través del enfoque de la Responsabilidad Extendida del Productor, REP, y la inclusión de recuperadores urbanos). Mientras tanto, el marco regulatorio queda compuesto por leyes ambientales generales, legislaciones específicas para ciertos tipos de envases (como fitosanitarios), y normativas provinciales o municipales que actúan de forma fragmentaria. A nivel nacional, hubo una serie de proyectos de ley sobre envases (Luenzo, 2016, Menem, 2016, Soria, 2016, Federación de Cooperativas de Reciclado, 2017, Menna, 2017, Poder Ejecutivo, 2021) pero ninguno ha prosperado,

se supone por la fuerte presión de las empresas que se resisten a los mayores costos directos que podrían producirse para sus unidades de negocios, sin tener en cuenta los enormes costos indirectos (lo que los economistas llaman “externalidades negativas”) que se siguen produciendo día a día para toda la sociedad. 

¿Qué podemos hacer al respecto? Como en todo problema complejo, no hay una sola solución. Genéricamente, podemos decir que reducir el uso de envases plásticos de un solo uso y promover la reutilización, el reciclaje y el rediseño con materiales menos emisivos es una estrategia relevante para mitigar el cambio climático. 

Para llegar a eso es fundamental exigir a nuestros legisladores nacionales que aprueben una ley de envases, haciendo hincapié en la Responsabilidad Extendida del Productor. Por otro lado, reducir nuestro consumo: utilizando bolsas de varios usos para las compras, llevando los propios envases para recargar cuando sea posible, eligiendo en la góndola del supermercado los productos que tengan menos envoltorios. 

Y como siempre, el elemento más importante, la toma de conciencia, la charla con amigos, hijos, padres sobre las consecuencias del hiperconsumo. En solitario no podemos hacer nada, entre todos podemos modificar las conductas colectivas. Que no nos envuelvan con promesas. 

Fuente: https://www.mdp.edu.ar/

Comentarios

comentarios