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Los jóvenes acusados de atentar contra la comunidad gay en nombre del ISIS también planeaban atacar un templo judío

Los dos acusados quedaron más cerca del juicio oral; la Cámara Federal ratificó sus procesamientos y detenciones. Buscan a los cómplices locales e internacionales y aguardan nuevos peritajes

«Lo que estaría bueno es ir a esa marcha de homosexuales, atropellarlos y, nada, ahí que explote el coche y bueno a la mierda todos…», dijo convencido Agustín Barraza, aunque después sugirió: «O dejarlo ahí, en el lugar, estacionado y a control remoto porque también existe eso, hacerlo estallar para que no nos descubran y que sigamos haciendo más adelante, ¿entendés?».

El diálogo, más que elocuente, fue uno de los que tomó en consideración la Cámara Federal para confirmar el procesamiento de Barraza y de Cesar Alejandro Justiniano Gutiérrez por considerar que planificaron un atentado contra la comunidad homosexual en Buenos Aires en nombre del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS). Según la investigación, iban a llevar adelante su plan el 10 de noviembre pasado, en la Marcha del Orgullo Gay. Fueron detenidos el 9 de noviembre y desde entonces están presos. La movilización, en tanto, se hizo el fin de semana siguiente: el 10 diluvió sobre Buenos Aires y obligó a postergarla.

La historia de este ataque frustrado y la investigación judicial fue revelado en una seguidilla de notas en Infobae durante los últimos meses: conversaciones sobre cómo morir en ataques con bombas, instrucciones para armar explosivos, transferencias bancarias y hasta un Corán, túnicas blancas y un pen drive que llegaron desde Gran Bretaña, enviadas por un reclutador de ISIS, forman parte de la investigación que nació por un alerta de Interpol y que está en manos del juez Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Franco Picardi. También dio cuenta de un video clave que forma parte de la causa: cómo los acusados, viendo una tevé con la imagen de la marcha, explican cómo iban a irrumpir con un camión desde la 9 de Julio.

Pero en las últimas semanas los jóvenes intentaron convencer a la Justicia de que todo era una broma, que los diálogos sobre el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) eran pura fanfarronería y que incluso uno de ellos ni siquiera sabe manejar. Las explicaciones de la defensa quedaron, por ahora, en la nada.  La Cámara Federal acaba de ratificar el procesamiento con prisión preventiva de los dos jóvenes. La decisión los deja más cerca del juicio oral, aunque la investigación sigue en marcha: buscan a los cómplices locales e internacionales que idearon el frustrado ataque.

Lo curioso es que, en la resolución a la que accedió Infobae, los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, revelaron otra pista ahora desconocida: si los jóvenes y sus aliados lograban concretar con éxito el ataque contra la comunidad gay, su paso siguiente sería atentar contra un templo judío. Así lo plantea una de las escuchas que forman parte de la causa.

El comienzo de la causa

«El hermano de Argentina también anda en algo». El mensaje disparó las alertas. Fue encontrado en el celular de un cubano detenido en marzo pasado en Bogotá, acusado de querer atentar contra diplomáticos de la embajada de Estados Unidos en Colombia. Se trataba de Raúl Gutiérrez Sánchez, sospechado en Colombia de planificar un atentado terrorista contra funcionarios de la embajada de Estados Unidos en ese país. La vinculación con Argentina obligó a Interpol a emitir un alerta en el país, lo cual derivó en una causa judicial y, luego, la detención de los dos jóvenes.

Agustín Barraza, alias Makin Muhannad, antes de caer preso, vivía en Barracas con el papá, trabajaba como cadete en una armería y ganaba 13 mil pesos por mes; y César Gutiérrez, de 22, alias «Ale Sawarin», residía en Dock Sud, estudiaba comunicación y, según declaró, era mantenido por sus padres. En el celular que le fue secuestrado, había una frase en árabe que significa «Alá es (el) más grande». Conversaban insistentemente cómo atentar contra la «Marcha del Orgullo LGBTIQ» utilizando un camión cargado de explosivos. Sus diálogos estaban cargados de «expresiones contra los homosexuales ligadas a imágenes con decapitaciones y la afirmación de la necesidad de asesinar a los infieles y de enseñar el islam desde el principio a los nuevos», señala la causa.

Todos esos elementos quedaron plasmados en una resolución, que exhibió la batería de pruebas que pesan sobre Barraza y Gutiérrez para dejarlos presos y procesados. Los acusan de integrar «una agrupación -al menos transitoria, junto a Raúl Gutiérrez Sánchez, junto con otros dos argentinos no identificados, una persona radicada en el Reino Unido de Gran Bretaña, y otra en el Reino de España- para imponer sus ideas radicalizadas cercanas al Estado Islámico y combatir las ajenas por la fuerza o el temor aterrorizando a la población».

(Foto: Nicolas Stulberg)
(Foto: Nicolas Stulberg)

El fallo señala que los imputados tenían «como objetivo -en principio- utilizar detonadores electrónicos para explotar un auto a distancia con una llamada». También colaborarían con la logística de un atentado en Colombia. El ataque debía hacerse en nombre del «ISIS», «todo lo cual da cuenta de la vinculación que mantenían por compartir una ideología extremista con comentarios homofóbicos, fundamentalistas y violentos».

Las pruebas incluyen el uso del sistema en línea de transferencias Paypal como medio de financiamiento. Y, entre los elementos secuestrados en el allanamiento del domicilio de Barraza, se incautó «el Corán y el gorro musulmán, que le habrían sido enviados por una persona desde Inglaterra que se dedicaría a reclutar jóvenes con fines terroristas, así como los libros de corte antisemita que se relacionan con sus comentarios acerca de la posibilidad de atacar un templo judío en el país».

Palabras sospechosas

Entre los puntos que señaló la Cámara Federal, aparece un diálogo de Barraza hacia Gutiérrez Sánchez que llamó la atención: «Al Qaeda, de la provincia de Idili, que está con los rebeldes… que está cerca de Turquía y al noreste, bueno,…ese es el que me pasa todos los archivos y nada hace poco me pidió si lo puedo financiar para comprar armamento allá en Al Qaeda». Agregó: «Los materiales los consigo, ya está, no sé pólvora, acá hay pólvora, se vende pólvora, no legalmente, ilegal obvio, no sé si allá en Colombia también, pero lo que estaría bueno es ir a esa marcha de homosexuales, atropellarlos y nada ahí que explote el coche y bueno a la mierda todos o dejarlo ahí en el lugar estacionado y a control remoto porque también existe eso, hacerlo estallar para que no nos descubran y que sigamos haciendo más adelante, ¿entendés?».

La conversación siguió en el mismo tono, en donde Barraza parecería alentar a Gutiérrez Sánchez a inmolarse por Alá: asegura que el ataque se puede hacer porque «acá en Latinoamérica no está tan controlado el sistema porque nunca pasó algo tan grave o sea no pasan cosas tan graves como lo que pasa en Europa todo el tiempo y Asia» y aclara que él no podría viajar a Colombia «porque si no levantaría sospechas».  «En cambio vos que estás solo ahí en Colombia, no, vos me dijiste que estás dispuesto a morir haciendo algo en el nombre del Estado Islámico, es más en ALÁ, bueno sería mejor que hagamos algo acá y que lo vayamos armando desde ahora».

«Yo lo que quiero hacer es un atentado contra los homosexuales porque aprovecho, aprovecho esto que se hace en una avenida muy grande, pero es una de las más transitadas, se llena siempre, hay como doscientos mil homosexuales marchando, y mataremos mucho, …yo te propondría que lo hagamos acá, que planteemos algo nosotros dos juntos acá y hagamos algo grande, que se recuerde hasta dentro de mil años y va a ser muy eficaz, te voy haciendo un plano, un borrador para que entiendas lo que quiero hacer, te explico todo lo que quiero hacer, te grabo un video….», afirmó.

Para eso, Barraza dijo que ya tenía arreglado conseguir la pólvora a través de un amigo («eso se consigue fácil acá»), pero lo que faltaba era el camión. «Aunque eso se podría alquilar o una camioneta, todo cargado con explosivos o bolsos llenos de explosivos y en alguna marcha los estallas por ahí no suicidándote sino a control remoto…». El auto, que se sospecha, iban a usar pertenecía a la empresa donde trabajaba el padre de uno de los arrestados.

Decapitaciones, armas, banderas de ISIS y los homosexuales como «infieles»

Jihadi John (AP)
Jihadi John (AP)

La Cámara Federal no solo se basó en esos diálogos. «Resulta relevante destacar, como ejemplo, el intercambio de imágenes de video en la red ‘Telegram’ entre los nombrados con las que Justiniano Gutiérrez responde al referirse a los infieles, entre los que considera a los homosexuales». Los videos exhiben «la decapitación de una persona, otro en el que se desangra, otro en el que una persona es quemada viva, otro que muestra armas largas y personas disparando, una con la bandera del Estado Islámico y otra serie de imágenes de idéntico tenor». En los diálogos, el sospechoso aludió a que ‘los infieles’ «debían ser exiliados de una cultura religiosa y tal vez decapitados».

«De allí que toda esta evidencia objetiva, basada en la prueba recogida por el Juez instructor -que ratifica aquélla inicialmente aportada a través de la cooperación internacional- desecha los descargos de los imputados, incluso la alegada imposibilidad de Barraza para conducir rodados en tanto éste mismo menciona la posibilidad de cometer el atentado con detonadores operados a distancia», agregó la Cámara.

La fuga o el encubrimiento

Gustavo Gavotti
Gustavo Gavotti

Más allá de la que la calificación penal impone altas penas para este tipo de conductas «que se traducen en graves formas de intolerancia ideológica, incompatibles con la organización democrática de la República Argentina», la Cámara Federal valoró además que la investigación está en curso y por lo tanto los acusados deben seguir presos. «Aún no se ha logrado identificar a los otros sujetos mencionados vinculados a la organización y considerando las conexiones internacionales con las que contarían, es posible considerar que en el caso de recuperar la libertad eventualmente puedan recibir ayuda para profugarse», señalaron los camaristas.

Un dato relevante para la Cámara Federal fue que uno de los acusados trabajaba en una armería, pero además la gran cantidad de teléfonos celulares, «algunos de los cuales no poseen conexión a redes, los que usualmente son utilizados para no ser captados y luego ser descartados». Precisamente, con un celular ideaban hacer volar el coche-bomba.

El juez Canicoba Corral aguarda, además, «diversas medidas de prueba, como el análisis de los teléfonos celulares y artefactos electrónicos de los que podrían llegar a extraerse información que pueda resultar útil para profundizar la investigación».

Fuente: Infobae

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