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Los tres interrogantes detrás del riesgo argentino

Si el mundo es el mismo para todos y a nosotros nos va peor que al promedio, entonces el problema es nuestro.

En la última semana del año el riesgo país alcanzó su pico máximo de 837 puntos básicos en el gobierno de Mauricio Macri y desde octubre de 2014. Es decir, 8% de interés más de lo que paga el Tesoro de los Estados Unidos para financiarse en el mercado (es un indicador muy utilizado, elaborado por JP Morgan). Al asumir su presidencia, en diciembre de 2015, el indicador rondaba los 500 puntos básicos y en octubre de 2017 había bajado a 342, el nivel más bajo en una década.

Por supuesto que hay lecturas estrictamente económicas que tienen que ver con la solvencia fiscal del país, pero en lo político aparecen tres incógnitas entre los inversores extranjeros: la primera tiene que ver con la Argentina electoral, la incertidumbre respecto de las elecciones del año próximo, por eso hay una diferencia abismal entre lo que valen los bonos que vencen en diciembre de 2019, que tienen la cobertura del FMI, y aquellos bonos que lo hacen en los próximos años. Claramente esta incertidumbre electoral se basa en que será una elección mucho más competida de lo que en principio se pensaba, al menos así lo reflejan los datos que se manejan hasta el momento. Esta incertidumbre hace que, ante el riesgo de una reversión a un populismo autoritario, la Argentina se vuelva un gran interrogante. Frente a esto por supuesto que hay miedo, e incluso en algunos casos terror por parte de algunos empresarios locales.

La segunda incógnita es que si efectivamente estamos en una Argentina electoral muy pareja y si gana Cambiemos, ¿qué poder va a tener Macri si llega a un segundo mandato? Más allá de que gane, como sostiene el oficialismo, la pregunta es si tendrá un Congreso igual o peor en términos de la balanza del poder. Entonces, un presidente que estuvo tímido en un primer mandato, ¿estará decidido a avanzar en reformas en un segundo, con pujas internas potenciales también por su propia sucesión?

Sin reformas de fondo, sin una agenda de consenso, la Argentina lo único que demostró es que pierde oportunidades todo el tiempo.
Y la tercera, ¿es la Argentina, con este sistema político, un país que pueda funcionar? Porque hasta ahora lo que demostramos es que no. Sin reformas de fondo, sin una agenda de consenso, la Argentina lo único que demostró es que pierde oportunidades todo el tiempo. Y esta es la pregunta más preocupante, más allá de los partidos o de las personas, hasta qué punto hoy la Argentina política puede funcionar mejor de lo que funcionó hasta ahora. Al margen de quien gane, y de que Macri en un segundo mandato pueda tener mayor voluntad de reformas, porque ya no le queda ninguna elección para ganar, en todo caso los que estarán más renuentes a presentar estas reformas son sus potenciales sucesores, que estarán más atentos al costo político de justamente avanzar en una agenda más agresiva, más ambiciosa. Pero más allá de eso, la pregunta es hasta qué punto la Argentina va a querer consenso cuando en el fondo es la agenda de un gobierno que va a estar condicionado en primer lugar por las limitaciones de todos los gobiernos y en segundo, por el hecho de que cualquier reforma genera la posibilidad de veto y eso es visto como una ganancia política, independientemente de lo que le pase al país en el corto, mediano o largo plazo.

Este es el panorama que se presenta hasta ahora, excepto que haya alguna modificación en los comportamientos de nuestros principales líderes, que justamente frente a esto decidan adelantarse a las elecciones y acordar un programa de consenso sabiendo que de lo contrario no solamente este año va a ser muy malo sino el que viene también. Entonces, sólo si dejan un poco de lado, no las ambiciones electorales (porque es obvio que los políticos no las pueden abandonar jamás), pero sí ciertas mezquindades que hacen de la Argentina un país ciertamente inviable en lo político, no seguirán sufriendo porque el poder se padece en la Argentina, no se disfruta.

Hay muchas maneras de explicar los problemas argentinos mirando al mundo, pero lo más importante somos nosotros. Por supuesto que cuesta explicar la Argentina en términos comparados: los países de la región -como Chile, Perú, Colombia, con sus problemas México- hicieron una cantidad de avances en los últimos 30 años y la Argentina, por el contrario, está igual o peor. Si el mundo es el mismo para todos y a nosotros nos va peor que al promedio, entonces el problema es nuestro. Siempre va a haber alguna restricción, algún shock o alguna cuestión externa que condiciona, pero cuando al mundo le iba bien, nosotros crecimos mucho menos que el promedio o incluso no crecimos.

Si al mundo la va mal, en este contexto de desaceleración del crecimiento económico, hay que tomarlo como una oportunidad para entender que por este camino no llegamos a buen puerto y utilizar el shock externo como un incentivo para justamente lograr acuerdos. Sería una lectura al menos provechosa de la crisis que se vislumbra bastante compleja no sólo por lo que pasa en el mundo en general, sino por lo que está pasando en Estados Unidos, en particular, que cierra el año con un gobierno paralizado y sin presupuesto, con su presidente acosado por las causas judiciales y por el control demócrata de la cámara baja, lo cual presagia más conflictos.

Fuente: https://tn.com.ar/

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