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Thelma Fardin: «En un momento me pregunté ¿por qué no puedo ser feliz? ¿Le voy a dar también ese poder a mi victimario?»

La actriz denunció esta semana a Juan Darthés por haberla violado en Nicaragua cuando ella tenía 16 años durante una gira de «Patito Feo», en 2009. Lo hizo en una conferencia de prensa, acompañada por cientos de actrices, luego de presentar la denuncia en Managua. «A pesar de lo que viví, yo hoy soy dueña de mi vida y ya se la quité de las manos a esa persona». Lo que sigue es el retrato de una sobreviviente que busca justicia para ella y para todos, tanto mujeres como hombres

Esta semana la vimos por TV y en todos los medios, pero sobre todo la escuchamos todos. Escuchamos, vimos y nos conmocionamos con su testimonio y con su denuncia contra el actor Juan Darthés, pero también advertimos que su historia, su tremenda historia, era solo la punta de un iceberg de abusos y violencia en diversos ámbitos que intuíamos desde hace tiempo aunque siempre costaba visibilizar. Se llama Thelma Fardin, es actriz, es mujer, fue niña y fue violada a los 16 años en Managua, durante una gira del programa de TV Patito Feo. Infobae estuvo con ella y durante la entrevista habló sobre el ayer pero sobre todo se detuvo en el hoy y en cómo sigue esta pelea en búsqueda de Justicia, en Argentina y también en Nicaragua. Una pelea en la que hoy se siente «abrazada por toda la sociedad».

Tarde soleada de sábado, por las ventanas entra una luz intensa de esas que se sienten como caricia en el diciembre atípico que por ahora no ahoga de calor. Se le ve tranquila y hermosa; fresca, segura. Llega al estudio y acomoda su bolso, que lleva anudado el pañuelo verde que es símbolo de la legalización del aborto. La acompaña una amiga, una de los tantos seres queridos que por estas semanas construyeron un colchón de amor y confianza para que Thelma pudiera afrontar tanta exposición dolorosa.

«Creo que ahora estamos en ese proceso de poder usar las palabras como corresponden, que es lo que transmitimos desde el video: aunque son crudas, son las palabras como son y eso te permite apropiarte de la situación», explicó la actriz durante la entrevista en la que habló sobre cómo fueron los años de su vida entre que sucedió el episodio de violencia con Darthés y el momento en que decidió hacer la denuncia; sobre su mirada sobre los hombres, el acompañamiento de su entorno y de las actrices y de la bronca y la furia que la acompañaron durante bastante tiempo.

Una de sus reflexiones tuvo que ver con la importancia de no permitirle a quien abusó de erigirse en marca e identidad de su persona, es decir, del trabajo clave que hay que emprender para no concederle al victimario que termine convertido en el único eje de la vida de la víctima. «Lo único que puedo hacer es mostrarme y mostrar que, a pesar de lo que viví, yo hoy soy dueña de mi vida y ya se la quité de las manos a esa persona», aseguró.

Thelma Fardin eligió volver a mirar el pasado pero solo para reafirmar su presente y, sobre todo, para pensar en un futuro. En el suyo, personal, pero también en el de hombres y mujeres que están dando vuelta el mundo patas para arriba para construir un espacio de vida más justo para todos.

— Lo primero que quiero preguntarte es: ¿cómo estás durmiendo?

— Qué buena pregunta. Ya van dos noches que duermo bien. La verdad es que al principio fue muy intenso y dormía poco… Fue muy sorprendente lo que sucedió, más allá de que lo uno podía llegar a pensar. Tenía una repercusión… sabía que yo iba a estar muy expuesta y demás, pero esta magnitud no la imaginamos nunca, ni yo ni las personas que me apoyaron desde el principio.

— La noche anterior a la conferencia de prensa en la cual hiciste la denuncia, ¿pudiste dormir?

— Pude dormir yo creo que por el cansancio que tenía, porque acababa de llegar. Yo llegué de Nicaragua el sábado a la mañana muy temprano, el domingo grabamos el video, el lunes lo editamos y el martes fue la conferencia. Así que las pocas horas que tenía para dormir, dormía. Pero por lo agotada que estaba.

Cuando algo está metido tan adentro y es tan dañino va tiñendo y va tratando de salir de alguna manera. Entonces dañó situaciones, vínculos, mi autoestima

— Hasta que tomaste la decisión de hacerlo público; hasta que fuiste a la asamblea, en todos estos años, cómo era tu vida con este tema: ¿aparecía de pronto? ¿Estaba siempre? ¿Te olvidabas?

— Aparecía cuando alguien, por el hecho de yo pertenecer a este medio, hacía algún comentario con respecto a esta persona y desde ese lugar solamente me salía decir yo tuve una experiencia, una situación, esto que nos pasa que no le podemos poner la palabra durante mucho tiempo. Creo que ahora estamos en ese proceso de poder usar las palabras como corresponden, que es lo que transmitimos desde el video, aunque son crudas son las palabras como son y eso te permite apropiarte de la situación. Y entonces en todo ese tiempo hice una vida. Hace poco, leía en las redes, aunque leo poco los comentarios negativos porque es impresionante lo positivo de lo que está sucediendo, pero leía algo así como «en tal foto estás sonriendo». Y yo digo sí, por supuesto, uno sigue su vida. Claro que cuando me metí en el pantano, cuando este cachetazo me sacudió, a mi cabeza no le quedó vuelta, aunque trataba de esquivarlo. Cuando algo está metido tan adentro y es tan dañino va tiñendo y va tratando de salir de alguna manera. Entonces dañó situaciones, vínculos, mi autoestima. Sí fue todo un proceso pero una vez que estalló y lo vi todo de frente me metí en el pantano acompañada de mi familia, de la gente que me apoya, de mis amigos. Y fue todo otro capítulo, en todos estos nueve años yo continué con mi vida.

¿Y cómo eran tus relaciones amorosas en estos años? ¿En general, cómo era tu relación con el amor?

— Complejas. Complejas porque había algo que estaba evidentemente dañado y que no sabía de dónde venía, ¿no? Más allá de que esto estaba en mi cabeza, estaba guardado en el inconsciente o… Bueno, yo la verdad que experimenté esto pero como tantas otras personas, no es que tengo una especialización en psicología; más allá de que hago terapia y demás, no lo sé en términos específicos pero sí, evidentemente se reflejaba todo esto que yo cargaba, esta mochila se veía reflejada en pequeñas situaciones en mis vínculos de pareja.

 Creo que el machismo y el patriarcado nos hace mal a los dos, me parece que lo que hay que lograr es la revolución de los géneros

¿En tus vínculos de pareja y, por ejemplo, en tu mirada sobre los hombres, o sobre los hombres grandes? ¿Esto se modificó?

— Realmente nunca tuve una cuestión de… Porque para mí no pasa por el hombre, nunca tuve una cosa de resentimiento con los hombres, no la tengo, no creo que sea una cuestión del hombre. Me parece que es una cuestión de lo que pasa con el sistema, que es el machismo y el patriarcado lo que genera que el hombre quede en un lugar y la mujer en otro. Pero creo que el machismo y el patriarcado nos hace mal a los dos, me parece que lo que hay que lograr es la revolución de los géneros, más allá de hombre o mujer. Entonces, la verdad es que no, ni en el inconsciente ni, bueno, por ahí mi psicóloga está mirando y dice: «sí, en el inconsciente sí», pero no lo percibo así yo. Ni en el inconsciente ni en el consciente siento que haya habido algo, que en éste momento haya algo específicamente con el hombre.

(Crédito: Santiago Saferstein)

(Crédito: Santiago Saferstein)

— ¿En algún momento te imaginaste ser mamá de una hija mujer?

— Ese es uno de los factores que hizo que yo necesitara hacer congruente lo que pensaba y lo que necesitaba hacer. Fue todo un trabajo. Porque en un momento yo decía: con qué cara les voy a decir a mis hijas el día de mañana… A mis hijas y a mis hijos, pienso hoy, me parece que la siguiente discusión que vamos a dar es el lugar de los hombres, en toda esta cuestión. Que tampoco estén con miedo, no quiero que tampoco mi hijo el día de mañana tenga miedo, con esta idea de que parece que estamos en la era de la muerte del cortejo.

— Está bueno eso.

— Necesitamos claridad del sí y del no. Entonces tampoco quiero que mi hijo varón, si lo tengo, esté con miedo, es otra cosa. Entiendo que en este momento que estamos rompiendo, vamos viendo cómo se puede armar la cuestión. Y también en eso me encontré con no tener que hablarlo con mis hijos el día de mañana solo por la responsabilidad o por ponerme una mochila porque si no, al final, nos la pasamos poniéndonos mochilas. O sea también con lo que te pasa tenés que hacer algo. Fue realmente ir conectando cada vez más con lo que sentí y decir bueno, lo puedo hacer, tengo el espacio, que eso no le sucede a todo el mundo… Yo en el video no digo «hablá»: a mí me parece muy difícil bajarle línea a alguien y decirle que esa es la manera. Fue mi manera porque afortunadamente mi entorno estaba con la escucha abierta, porque pertenezco a este medio, porque tenía la oportunidad de ir a una asamblea de Actrices Argentinas. Yo digo que hablé porque alguien habló y que en eso el otro se sienta contenido. Y hay como una complicidad entre las personas que sufrieron lo mismo que yo o alguna situación similar y mi relato. Pero es difícil decir que la solución solamente es hablar. Es el primer paso quizás en muchos ambientes y yo tengo la posibilidad pero hay estratos en los que no es una posibilidad porque hablás y a lo mejor eso genera algo que te pone de vuelta frente a algo que te hace daño.

— ¿Qué sentiste cuando la viste a Calu Rivero hacer la denuncia?

— La verdad es que yo estaba viendo afuera, entonces no la vi. Mi primer contacto con su relato no fue viéndola sino que una de mis mejores amigas, que sabía de esta situación que yo había vivido, me dice: «Calu dijo tal cosa». Me movilizó, yo estaba atravesando también un desarraigo porque me había ido a vivir afuera…

— ¿Dónde estabas?

— En México. Estaba en un momento de mi vida que también tenía el foco puesto en armar un entorno como el que tenía acá pero allá. Entonces no conecté automáticamente con la situación. Además, porque la situación que le tocó vivir a Calu tiene puntos diferentes con respecto a lo que viví yo.

— Claro.

— Pero sí ya se me había sembrado esta cosa en la cabeza. Y cuando las escuché a Nati Junco y a Anita Coacci fue demoledor: ya no hubo manera aunque quería escaparme, porque es muy difícil mirar esa situación de frente y decir bueno, a mí me pasó esto y decidir hacer algo con eso, sea lo que sea, ya sea hablar, expresarlo solo en el espacio terapéutico, es difícil.

— Pero guardarlo no fue una decisión reflexionada, fue como un acto reflejo de preservación, ¿no?

— Por supuesto. Además. hoy estamos dando este debate, que me parece maravilloso, pero hace nueve, casi diez años no sucedía, a mis 16 años no estaba lo que está pasando ahora: las pibas en el colegio lo charlan, lo debaten, y nosotras hablábamos de otras cosas la verdad. No estaba estaba esta cosa de Instagram, Twitter, de tanta masividad en cuanto a la manera de poder acceder a la información. Me acuerdo de que en una gira de Patito recién estaba armando mi Facebook. Era como otra realidad.

 Cuando yo escuché probablemente en aquel momento la frase “Mira cómo me ponés”, debe haber logrado el efecto de hacerme sentir culpable

— Claro. Entonces me decías que cuando las viste a las otras chicas hacer la denuncia, fue como que te armó la secuencia completa, una nueva foto, digamos.

— Cuando leo en particular la frase esta que le dijo: «Mira cómo me ponés»… eso fue lo que me hizo a mí pensar. Además, esto lo estoy reflexionando ahora con vos, me doy cuenta de que ya tenía un montón de información en mi cabeza, construcción del lugar de la mujer, que claramente a los 16 no tenía. Entonces eso también iluminó. Cuando yo escuché probablemente en aquel momento la frase «Mira cómo me ponés», debe haber logrado el efecto de hacerme sentir culpable. Con el correr del tiempo, leyendo eso y, además, siendo bastante apasionada de las palabras -me fascina lo que pasa con el lenguaje porque hay algo del lenguaje que ya no se sabe si lo hablamos o nos habla-, a veces siento que hay emociones para las que todavía no se inventó la palabra. Pero cuando leí esto de «Mira cómo me ponés», siendo adulta, dije. mirá esto, ¿no? Esto no se le puede decir a una criatura, yo no le puedo decir a una criatura hoy por hoy que la responsabilidad es de él, ni siquiera incluso como reto, esto ya tiene que ver con una manera de pensar, algo como «mirá cómo me ponés con lo que hiciste». Bueno, no, yo soy el adulto que tiene la posibilidad de hacer procesos y el otro es una criatura. Entonces eso fue lo que hizo para mí que fuera imposible no pensar en esto, aunque me quisiera hacer la tonta con lo que me había pasado, ya no podía.

— ¿Eras una criatura a los 16 años? ¿Lo ves así?

— Sí. Es que me pasa eso, obviamente a los 16 años me creía muy grande porque nunca había sido tan grande hasta ese momento.

— Lógico.

— En cambio ahora me miro siendo una mujer y sí, me es inevitable. Veo a los chicos, uno los ve que tienen como esta cosa de creer que son grandes y ahí está la responsabilidad del adulto, decir sí, ok, porque estás en esa transición, pero por supuesto que no tienen todavía las herramientas y no tienen por qué tenerlas.

— Me gusta volver a algo que decías antes, cuando hablabas de la foto y decías eso de «yo era feliz, tuve momentos felices. Seguía mi vida». A veces hay gente que entiende que ante una realidad muy traumática es imposible tener una vida cotidiana casi normal y que aquello corre por un canal paralelo. Me parece importante que digas algo más sobre este punto, para la cantidad de personas que todavía desconfían.

— Afortunadamente a mí lo que me ayudó muchísimo con todo este tema fue leer. Leer a las mujeres que habían pasado por esto, que escribieron sobre la problemática. Leyendo en el libro de Virginie Despentes, que cita a su vez a otra feminista, Camille Paglia, ella plantea esto de que lo único que es aceptado por la sociedad es que cuando pasa algo así lo único que queda es autodestruirme, ser infeliz, ser la víctima, estar en un lugar de mujer rota, como una cosa de segunda mano, ¿no? Que quedás relegada y ya. Primero, es imposible que eso sea así porque las estadísticas son impresionantes: en la Argentina 1 de cada 5 chicas, niñas, sufre algún tipo de abuso en su infancia por parte del círculo intrafamiliar. Entonces, cómo puede ser que nos quiten esa posibilidad de decir yo a pesar de esto que me sucedió voy a seguir adelante, voy a ser feliz, voy a construir el universo que yo quiera. Quitándole también a tu victimario esta cosa de que vos seas a partir de esto que te pasó.

— Claro.

— Por supuesto, no es lo mismo que te pase a que no te pase: te constituye, te desdibuja, pero te tiene… Digo, yo siento eso, que si en algún momento me desdibujó, eso fue lo que hizo que me desarme y que me arme de vuelta en lo que soy hoy. Entonces nos quieren quitar como incluso hasta ese poder. Y cuando lo leí en ese libro dije: claro, yo tengo que salir de este lugar, ¿por qué por qué no puedo ser feliz? ¿Le voy a dar también ese poder a mi victimario?
thelma fardin entrevista

— Estás viendo cómo reaccionan las mujeres, mayormente, que en general somos las que estamos más movilizadas y decimos lo que nos está pasando pero también están hablando muchos varones. ¿Cómo te sentís observada por los varones a partir de lo que pasó?

— ¿En particular cómo me siento observada yo o cómo nos están mirando a todas?

— No, en tu caso. ¿Sentís que cambió algo a partir de que hablaste en la mirada de los varones? Tal vez es muy poquito el tiempo que pasó para decirlo….

— Me parece que conmigo pasa algo muy particular, por eso creo que está bueno pensar también en lo general. La verdad es que no salí mucho en estos días a la calle porque es una locura y porque estoy tratando de preservarme y de hacer cosas pequeñas: de hacer un plato de fideos, barrer mi casa, limpiar el baño, como cosas que me conecten con lo cotidiano porque es muy grande lo que se suscitó y yo realmente creo que no tiene que ver conmigo y le ponemos el nombre Thelma pero me parece que cualquier caso que surgiera en este momento iba a tener este nivel de repercusión.

 El agradecimiento también lo veo en los varones

Lo que veo conmigo en particular es algo de admiración, tanto en hombres como en mujeres. Y de agradecimiento: el agradecimiento también lo veo en los varones. En las mujeres por supuesto hay como una camaradería. Pero también veo en el hombre esta cosa de admiración. Pero me da más curiosidad en realidad saber qué es lo que está pasando con cómo nos ven a todas las mujeres.

— Pregunto por lo que mencionabas en relación con lo de la muerte del cortejo. Trato de mirar un poquito hacia adelante, y también creo y confío en esta revolución de las mujeres y me parece que esto de poner el mundo patas para arriba puede llevar a alguna injusticia, aunque en algún momento se equilibrarán las cosas. Pero también quiero pensar, para no cometer injusticias, y ya que hablamos de las teóricas del feminismo, en lo que dice Rita Segato acerca de no irnos para el otro lado y ser injustas con todos los hombres.

— Totalmente.

 Si me abren la puerta no es que me voy a violentar porque entiendo también que hay otra generación a la que no le podemos pedir que cambie el chip de un día para el otro

— Y hay hombres que están asustados. Por eso te preguntaba.

— Sí, a mí es un tema que me ocupa esto de que no haya miedo. Me parece que es inevitable también, es muy difícil hacer algo revolucionario y que todo… O sea, como dar una lucha y que no haya heridos es difícil. Yo creo realmente que los hombres no deberían entrar en este lugar del miedo sino en que todos podamos pensar ahora en cosas cotidianas chiquitas, como me parece importante siempre ir a lo particular para hablar de lo global. Hoy me pasó con un fotógrafo que me estaba dejando subir al ascensor y yo le dije: «No, pasá, pasá». En esas pequeñas cositas estamos como tratando de repensar el rol de cada uno y me parece que les estamos haciendo un favor a ellos también. Digo, se suben al colectivo y esta cosa de que por hombre te doy el asiento eso está cambiando. Yo también le doy el asiento a alguien porque es mayor, yo también le doy el asiento a un hombre. Como todas esas pequeñas cosas del cotidiano me encanta que se estén dando. Ahora, si me abren la puerta no es que me voy a violentar porque entiendo también que hay otra generación a la que no le podemos pedir que cambie el chip de un día para el otro. Estamos haciendo este trabajo para que los que siguen, y seguramente en unos años, espero que muchos, espero yo poder seguir transformándome, pero estoy segura de que en algún momento yo también voy a quedar medio arcaica, medio enmohecida. Supongo que mis hijos o mis hijas me dirán: Ay mamá, escuchame una cosa… Y digo bueno, qué bueno, porque entonces quiere decir que seguimos evolucionando.

— ¿Cómo te recibieron en Nicaragua? ¿Qué viste en relación con el tema de las mujeres? Es algo que estuvimos tratando acá en Infobae bastante porque te toca llevar adelante una cuestión judicial en un país que está siendo denunciado porque no tiene el mejor tratamiento para con las mujeres.

— La gente que me recibió, en particular, fue maravillosa. Estábamos con una amiga y, por ponerlo en palabras simples, nos sentíamos del lado de los buenos, la verdad. Había una cosa, de vuelta, como de camaradería, ¿no? De decir bueno, es peligroso pero estamos del lado de los que queremos estar. Fue muy difícil la verdad. Sentir que realmente no tenés la libertad de decir lo que quieras, no en cualquier lugar, no en cualquier momento, de no poder sacar el teléfono y sacarte una foto como hacemos acá, con total libertad. Se siente muy rápidamente: en cuanto llegamos se siente la opresión. Fue difícil entrar, porque Argentina afortunadamente está tomando un lugar de crítica con respecto a lo que está sucediendo, entonces llegar con nuestro pasaporte argentino fue difícil, cómo que no entendían a qué íbamos.

— Sintieron eso entonces ya en el aeropuerto…

— Sí, ya desde un principio lo sentimos. Y estando ahí: las calles están militarizadas. Es otra realidad, para nosotras fue como viajar en el tiempo, porque a mí me contó mi mamá cómo fue vivir un momento así. Yo no lo viví, no me tocó, lo leí en libros y me imagino lo terrible que puede ser. Pero verlo y vivirlo… se siente en el aire la opresión.

— Estuviste pocas horas, pero tal vez estuviste en contacto con algunas mujeres que trabajan en el tema de los derechos de las mujeres. ¿Qué te cuentan en relación a ese tema puntualmente?

— Es muy difícil: si acá sentimos que es difícil… Aunque piensan de esta manera cuesta mucho más la camaradería, no está esta cosa que tenemos hoy por hoy, que sentimos, digo, es muy ameno estar viviendo toda esta situación acá en Argentina. Ya viviendo en México lo sentía diferente, en Nicaragua ni hablar. La abogada que me atendió por primera vez era mujer, la fiscal, las personas que me hicieron las pericias psicológicas y físicas, digo, todas eran mujeres. No pudimos profundizar, creo inclusive que no pudimos profundizar porque es muy difícil hablar.

— ¿Cómo sentís que va a ser tu carrera de ahora en más?

— Me parece importante encontrar un equilibrio. Porque no me voy a hacer la tonta con el rol que estoy ocupando hoy por hoy… La actuación siempre fue mi vida, desde que tengo 6 años trabajo de esto en lugares más expuestos, menos expuestos, en diferentes países. Me apasiona profundamente, me apasiona dar clases, di clases mucho tiempo. Entonces es algo que no se va a ir de mi vida nunca. Pero a su vez quiero encontrar una manera de canalizar todo esto que está pasando. Un amigo que es así como un bocho en estos temas me decía que me llegaba un mensaje por minuto en promedio entre Twitter e Instagram con respecto a ésta temática. Entonces no me voy a hacer la tonta con que de alguna manera quede en un lugar de referente. Y como es algo que me importa muchísimo… Por supuesto que no voy a poder sola, que voy a necesitar que sea de alguna manera muy organizada para poder dar una respuesta ante eso. Y encontrar un equilibrio, porque las dos cosas son cosas que me apasionan y que evidentemente estaban en mi camino porque esto que pasó no es casual.

— ¿Estás con bronca?

— No, no, para nada.

— ¿Estabas con bronca antes? ¿Fue la bronca en algún momento un sentimiento dominante?

— Sí, he estado en mi casa, me han tenido que ver amigos muy íntimos sentada mirando la televisión o la computadora, un video de YouTube de algún abogado hablando, abogada o personas opinando sobre el tema -antes que yo hable te digo, eh, no en esta semana, en el proceso previo a hacer ese video y a viajar a Nicaragua- sí me ha pasado de estar sentada frente a las pantallas a los gritos. «¡No!» y «Vas a tener que pedir perdón», desquiciada. Pero bueno, creo que permitirme esos momentos de bronca hace también que esté muy tranquila… Nada de lo que hicimos fue desde lo impulsivo, yo tenía, creo que ya no, una personalidad muy impulsiva y ahora, ante el impulso trato como de calmarme, pensar y decir bueno, cuál es la manera. Pero sí, no soy tan tranquila, me he puesto muy mal.

 Me parece que (Darthés) habla por sí solo, el lugar que está parado, la clase de persona que es… Ni siquiera me interesa.

— ¿Qué te pasa cuando lo ves a Juan Darthés respondiendo a todo esto?

— Casi me parece que no hay… Todo lo demás me parece tan interesante que con respecto a él me parece que no hay nada que se pueda decir. Más de lo que dije. Me parece que habla por sí solo, el lugar que está parado, la clase de persona que es… Ni siquiera me interesa… Ya me generó en su momento, ya le permití que me genere demasiado y me haga demasiado daño y demasiadas emociones.  No me genera nada porque yo ya hice mi proceso. Era bastante evidente que iba a salir por este lado, entonces la verdad pensé que me iba a dar muchísimo odio, bronca, angustia, cuando me avisaron que iba a dar ese tipo de declaración. Me dijeron: «Bueno, cuidado, tenés que estar con gente», vinieron todos mis amigos y demás. Y después vi y es tan grande lo que está pasando, me excede tanto a mí y a él, que que él quiera hablar de mi palabra contra la suya me parece tan chiquito. Ya no es mi palabra contra la suya, sí en este caso en particular necesitamos justicia ya no por mí solamente, necesitamos justicia porque si a este caso se le da vuelta la cara qué vamos a sentir como sociedad. Por eso ya no me afecta tanto, porque siento que me está abrazando la sociedad toda.

— ¿Y estás confiada en la Justicia, crees que va a haber justicia?

— Espero, espero que haya justicia. Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance, vamos a presentar pruebas. Ya no me siento sola con respecto a eso porque también hay que tener recursos económicos para ese tipo de cosas, entonces me gustaría confiar en una Justicia a futuro en la que cualquiera sin tener la necesidad de tener los medios económicos pueda acceder a una justicia de verdad. Creo que yo en este momento soy una afortunada porque voy a tener los medios que antes no tenía, porque económicamente yo no podía pararme ante un abogado como los que él puede pagar y hoy por hoy esos abogados, digo, hay gente al servicio de la causa, entonces por eso voy a poder y entiendo que se van a implementar todos los recursos posibles. Me gustaría creer en una Justicia en la que cualquiera, sin los recursos, sin la exposición pública, pueda acceder a ese tipo de Justicia.

 Lo único que puedo hacer es mostrarme y mostrar que a pesar de lo que viví yo hoy soy dueña de mi vida y ya se la quité de las manos a esa persona

— Si tuvieras que hablarle a una chica de 15, 16 años, que pasa por una situación como la que pasaste vos y que cree que con lo que le pasó esa otra persona le quitó su infancia, su felicidad para siempre… todos esos sentimientos que pueden pasar por la cabeza de una chica violada. ¿Qué le dirías?

— Como te decía, me parece bastante difícil creerme capaz de decirle algo porque cada caso es tan particular, cada entorno social, cada situación económica en la que suceden este tipo de cosas. Es muy difícil generalizar, no me gustaría jamás generalizar. Por eso digo, desde mi experiencia… Mirá, cuando estábamos pensando de qué manera podíamos hacer este video, una de las personas que me estaba ayudando, en quien confío mucho, me preguntó «¿qué te dirías a vos de 15 años?». Y en ese momento me di cuenta de que por el momento que estábamos viviendo, no había algo posible, no había nada que yo pudiera decirme que me ahorrara esa situación. Lo único que puedo hacer es mostrarme y mostrar que, a pesar de lo que viví, yo hoy soy dueña de mi vida y ya se la quité de las manos a esa persona. Incluso a mí misma no hay un consejo que me pueda dar más que «hacé el camino que hiciste porque llegaste hasta acá y de alguna manera encontraste paz».

Fuente: Infobae

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