El ataque de Israel a Hamas en Qatar, la creciente presión internacional y su interés en el nombramiento del nuevo Nobel de la Paz llevaron a Trump a propiciar un alto el fuego.
El Gobierno israelí ratificó en la madrugada del 10 de octubre el llamado plan de paz para la Franja de Gaza. Lo hizo una semana después de que lo hiciera Hamás, que el pasado día 3 se comprometió a seguir los primeros pasos de la ruta marcada en dicho acuerdo. Estos son: devolver a Israel a los 20 rehenes que aún quedan vivos en la Franja de Gaza y devolver los cuerpos de los asesinados que aún permanecen en el enclave palestino. El grupo armado tiene 72 horas para cumplir con esta exigencia, que comienzan a contar 24 horas después de la firma del acuerdo por parte de Israel. Es decir, en la madrugada del 11 de octubre.
Los 20 puntos incluidos en el acuerdo (presentado el 29 de septiembre por Trump y Netanyahu) fueron convenidos por Estados Unidos e Israel, excluyendo así a los palestinos de las conversaciones. Esto explica que los compromisos asumidos por Hamás tengan unos plazos específicos mientras que los de Israel quedan sujetos al desarrollo de los acontecimientos. «Es un plan diseñado por occidentales y anglosajones, sin palestinos», describe Haizam Amirah Fernández, director ejecutivo del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos (CEARC).}
El investigador traza un paralelismo entre esta fórmula y los Acuerdos de Sykes-Picot, que en 1916 dieron a Reino Unido el control de la Palestina histórica. Entonces, como ahora, «se puso al mando a unos foráneos sin consultar a los palestinos». De aquellos barros coloniales, estos lodos genocidas. Además, la falta de compromisos relativos a la «justicia, reparación y libertad» de los gazatíes, hacen que el acuerdo sea visto por los expertos como un alto el fuego y no como un acuerdo de paz.
Tica Font, investigadora y fundadora del Centro Delàs de Estudios por la Paz tampoco se atreve a calificar el acuerdo como «paz». Sus expectativas sobre el mismo oscilan entre la esperanza y el descrédito. Dudar parece lo lógico. «Para muchos, la experiencia acumulada tras más de 70 planes e iniciativas de paz desde el Plan de partición de la ONU (1947) ha mermado las expectativas», recordaba un informe elaborado por Política Exterior hace unos días. Desde entonces y hasta ahora, recopilaban sus expertos, se han sucedido «seis guerras, dos intifadas y seis operaciones de castigo contra Gaza, incluida la actual». En cambio, la autodeterminación de los palestinos parece más lejos que nunca.
De hecho, ningún punto del alto el fuego hace referencia a esta cuestión. No hace tanto, la Administración Trump veía con buenos ojos la anexión de la Franja de Gaza a Israel. El mandatario estadounidense llegó a decir que EEUU tomaría el control sobre el territorio y que los palestinos podrían irse a vivir a otra «zona hermosa» donde hubiera «casas y seguridad». Ahora, en cambio, asegura que no será necesario que ningún palestino abandone la Franja de Gaza, tal y como se recoge en el punto 12 del acuerdo asumido por Hamás y Benjamín Netanyahu. Entender a qué se debe este viraje da pistas de la solidez del alto el fuego aceptado por Hamás e Israel.
Catar, nobel de la paz y desgaste de Israel
La razón principal por la que Washington ha obligado a Tel Aviv a alcanzar un alto el fuego en Gaza es para amainar la tensión generada por el ataque lanzado hace un mes por los israelíes contra miembros de Hamás en Doha (Catar). Tanto Haizam Amirah Fernández como Tica Font, expertos en la región, coinciden en la centralidad que este evento tuvo en el desarrollo de los últimos acontecimientos. La agresión de Israel a un aliado de EEUU en la región demostró a Trump que Netanyahu estaba «desbocado». Su temeridad se unió a las tensiones ya existentes entre los países vecinos, lo que, según Amirah Fernández, podría haber desatado un conflicto regional.
A ello se suma el ciclo de protestas contra el genocidio que se han desplegado por todo el mundo. La imagen de Israel nunca había estado tan desgastada. El director del CEARC recuerda que incluso la FIFA y la UEFA se plantean sacar a los equipos israelíes de sus competiciones. De hecho, la decisión debió ser anunciada el pasado 29 de septiembre, pero se pospuso hasta conocer la propuesta de paz que EEUU tenía para Gaza.
La tercera y «más estrambótica» de las razones, como la ha calificado Amirah Fernández, estaba relacionada con el nombramiento del nuevo Nobel de la Paz este 10 de octubre. Donald Trump ambiciona este galardón desde que Netanyahu le prometiera el pasado mes de julio que propondría al republicano como candidato. «Que un prófugo de la justicia internacional pida que un presidente condenado sea Nobel de la Paz es increíble», denuncia el experto.
Por su parte, Tica Font se pregunta en conversaciones con Público qué pasará al no recibirlo. «Dado su ego, quizá decide dejar de presionar a los israelíes para que alcancen el alto al fuego», especula. «La política era previsible hace un tiempo, pero ahora estamos en territorio desconocido».
El hecho de que la protección de los palestinos, el avance en su autodeterminación o la descolonización de sus tierras, no se encuentre entre las razones por las que EEUU está impulsando el alto el fuego, es una muestra más de su volatibilidad. Por eso, además de la capacidad de ambas partes para comprometerse con el acuerdo, la longevidad del armisticio dependerá de la presión que otros actores sean capaces de infligir sobre Hamás y el Gobierno de Netanyahu.
Netanyahu, entre Trump y sus socios de gobierno
Apenas unas horas después de volver de EEUU el pasado 30 de septiembre, Benjamín Netanyahu declaró ante el parlamento que seguiría controlando la Franja de Gaza y que no se produciría un retorno automático de los palestinos a Gaza. Su tono fue mucho más tajante que el que había utilizado durante la rueda de prensa con Trump el día anterior.
«Netanyahu está atrapado», evidencia Tica Font. Según relata la investigadora, el ultraderechista se encuentra entre sus socios de Gobierno, que le apuntan con la espada, y la Administración Trump, que se ha erigido como un muro o pared de contención a las políticas kamikazes del israelí. Contentar a todas las partes requerirá de decisiones contradictorias que, por tanto, serán imposibles de tomar.
Por su parte, los etnonacionalistas de Sionismo Religioso y Poder Judío solo contemplan «la aniquilación y la absorción de los territorios palestinos», aclara Font. Si Netanyahu comienza a dar pasos en el sentido contrario, podrían retirarle su apoyo y dejarle caer. Esto es algo que Netanyahu teme debido a que, si convoca unas elecciones y las pierde, su capacidad para influir políticamente en los procesos que tiene abiertos por corrupción se vería mermada, lo que aumentaría el riesgo de acabar condenado.
Al otro lado se encuentra EEUU, el único y verdadero protector incondicional de Israel. Sin Washington, es posible que Netanyahu no hubiera alcanzado cotas tan altas de impunidad. Prueba del poder de Trump sobre el primer ministro israelí es el hecho de que «de momento, es el único que ha logrado doblegar a Netanyahu», ha explicado Font a este periódico. «Lo hará mucho, poco, simbólicamente o como queramos verlo, pero lo ha logrado». Eso sí: doblegarlo no implica la retirada del apoyo incondicional que Washington brinda a Tel Aviv. De nuevo, según los expertos, la razón por la que EEUU ha hecho gala de su poder sobre Israel no tiene que ver con las políticas genocidas de Netanyahu, sino con los contratiempos que le ha generado el ataque de Israel a Doha.
Hamás, defenestrado
Se desconoce con exactitud la fuerza actual de Hamás en la Franja de Gaza, pero todas las elucubraciones apuntan hacia su descomposición como grupo armado, profundamente mermado tras dos años de genocidio. Israel también ha conseguido acabar con sus sucesivos líderes políticos en el extranjero, así como descabezar a sus principales apoyos en la región, como Hezbolá en el Líbano. Amirah Fernandez también cree que el apoyo social de Hamás en Gaza se ha diluido. «Quizá la estrategia del grupo armado es mantener cierto valor político y que esto le sirva para sobrevivir«, suma Font.
Aceptar el alto el fuego propuesto por Washington era «la única salida para Hamás», cree Tica Font. La contraparte de esta decisión es «quedarse sin ninguna baza en el momento en el que entreguen a los rehenes israelíes», explica la investigadora. Algo que debe ocurrir como tarde el próximo lunes 13 de octubre. Respecto a su disolución como grupo político, los expertos creen que es posible que Hamás o alguna escisión se reformule -desarmado- bajo otras siglas. «Si lo que Trump pretende es acabar con el islam político, no lo logrará», confirma Font.
Los países árabes, cancerberos del acuerdo
El papel que Trump ha dado a sus aliados árabes y musulmanes en el acuerdo de paz es central. Según el punto 14 los representantes de algunos de estos estados -entre los que estarán, presumiblemente, Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Egipto- formarán parte de la Fuerza Internacional de Estabilización con el que EEUU desea controlar la Franja de Gaza. En paralelo, cree Amirah Fernández, las monarquías árabes deben asumir el papel informal de mantener la atención de Trump en la Franja de Gaza, algo que no está claro que vayan a lograr. En ese caso, el alto el fuego también podría tambalearse.
La importancia de las monarquías árabes en este acuerdo paz podría justificarse por los negocios de petróleo y armas que mantienen con EEUU, en especial Arabia Saudí. Pero no solo. Como ha podido estudiar en profundidad Font, Washington lleva años financiando y armando al régimen saudí, que actualmente posee uno de los ejércitos más grandes de la región. La intensificación de su militarización se produce en un contexto de disputa por la hegemonía de Oriente Próximo, y que coloca en la mirilla a Irán. La aversión de los saudíes al régimen de los ayatolás le ha hecho acercar posturas con Israel haciendo gala del «los enemigos de mis enemigos son mis amigos», como recuerda Amirah Fernández. Es la existencia de estas tensiones -latentes desde los años ochenta- lo que ha hecho reaccionar a los árabes ante los ataques de Israel a Catar.
Fuente: Pagina12