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Río de Janeiro. Así vive el argentino que ofrece la excursión más recomendada de Lagoa Azul

La casa de Jero siempre está llena de amigos. Cuando nos vio navegando en El Barco Amarillo, llamó por teléfono: «Vengan esta noche que vamos a hacer un asadito». Extendió la invitación a los huéspedes que se estaban quedando con nosotros a bordo, y cuando llegamos éramos por lo menos 20 entre vecinos de la isla, turistas, navegantes, personas que trabajan con él en el paseo y niños, más algún que otro perro. Todos en Ilha Grande lo conocen y quieren, mucho. Vive acá hace 18 años, tiempo en el que reflotó embarcaciones, recuperó casas abandonadas, tuvo kayaks en alquiler, dio trabajo, apoyo y buenos consejos a los que pasamos y a los que nos quedamos cerca de el. Hoy tiene la excursión más recomendada y relajada de todo Angra dos Reis, en el Estado de Río de Janeiro .

Jerónimo Cattaneo acaba de cumplir 45 años, tiene una hija de 4 que vive en Viena, una casa con ventanales enormes al atardecer sobre la famosa Lagoa Azul y algunos barcos: una trainera, uno cabinado muy pequeño donde vivió con una pareja, un velero negro que se llama Cuervo y varios kayaks de colores. Una colección ecléctica que fue armando a base de mucho esfuerzo y sabiendo aprovechar (no siempre tan buenas) oportunidades. «Soy un cazador de oportunidades, aparecen todo el tiempo, sólo hay que tener el coraje de encararlas, porque no llegan servidas en bandeja, y a veces salen mal». Por ejemplo, una vez compró una escuna de esas tipo pirata, que cuando la fue a pagar tenía agua hasta las rodillas. A los dos años se hundió, pero en el medio la disfrutó con amigos y la aprovechó para trabajar.

Jero llegó a Ilha Grande por primera vez con 26 años, había comprado un velero de 21 pies en Río de Janeiro y se lo trajo navegando con su novia de entonces: «Alucinamos». Hasta entonces vivía en Santa Teresita y daba clases de natación para niños en una colonia en Villa Gesell. Su alucinación coincidió con la crisis del 2001, y esa vez más que nunca, supo ver la oportunidad de cambiar de vida, de casa, de país, de oficio. «Decidí mudarme definitivamente acá, y para poder hacerlo trabajé de cualquier cosa, con buceo en excursiones, limpiando cascos de barcos, buscando cosas que se caían al mar; y después empecé a alquilar kayaks en Abraao. Esos fueron mis inicios en el turismo náutico». Los primeros siete años vivió en un velero francés de madera que el dueño iba a hundir porque estaba podrido, y que en seis meses de trabajo convirtió en su casa.

Un tiempo después se enamoró de una vienesa que llegó de viaje y tuvieron una hija, por la que Jerónimo muere de amor y visita, en Europa, cada vez que puede. En el año que conocemos a Jero ya viajó cuatro veces. Con todo lo social que lo define en la vida real, es un colgado total con el celular y las redes sociales, salvo para con su Matilda, de 4 años. Literalmente, rema todos los días desde la Lagoa Azul en busca de señal para poder comunicarse con su pequeña. «Claro que me imagino viviendo en otros lugares, haciendo otras cosas, últimamente me veo en un motorhome estacionado frente a la casa de mi hija y aprovechando la vida citadina increíble que hay en Viena». Hoy en día, en la casa que trabaja con Airbnb a la vera de la Lagoa Azul, convive con su perra Pepa (que lo sigue de cerca hace 10 años) y los amigos que estén en ese momento.

Paseo de amigos

El paseo de Jero sale de Abraao y recorre varias playas hasta su casa en la laguna. En el camino se habla de historia, de ecología, y una vez llegados se come pollo al disco con wok de vegetales, en mesas bajo la sombra de las palmeras, con los pies en la arena y redes alrededor para tirarse a dormir la siesta. Es muy relajado, no hay tiempos, no hay bocinas ni música a todo lo que da, rompe la estructura de la excursión típica en Brasil: «Este es un paseo de amigos, así empezó y sigue con el mismo perfil. Creo que ahí está la clave, en unirse para pasarla bien, en que se sientan como en su casa. Porque agua transparente y tortugas hay por toda la isla, y en muchos restaurantes cocinan mejor que nosotros. al final, creo que lo que atrae es el cariño».

Datos: el Paseo de Jero cuesta R$ 150 en temporada alta, @jeronimotours; consultas para hospedarse en su casa en la Lagoa Azul en IG @casamacacos

Fuente: lanacion.com.ar

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