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Los orígenes marplatenses: «Me llena de orgullo vivir acá, somos privilegiados»

El tataranieto del fundador de Mar del Plata, Pablo Arauz, un apasionado orgulloso de sus raíces y de la ciudad a la que tuvo que mudarse de chico para hacerse cargo

Siempre es una buena oportunidad para recordar los orígenes de nuestra ciudad. Un lugar emblema y elegido por muchos argentinos para veranear desde sus comienzos. Hoy, con 147 años de vida, es el orgullo de muchos que  llevan las raíces marplatenses en sus venas, como es el caso de Pablo Arauz.

La pasión con la que habla de la ciudad, deja en evidencia su compromiso que inició desde chico, junto a su papá Guillermo Arauz y que hoy sigue latente desde su lugar en el EMTUR.

Es el tataranieto de Patricio Peralta Ramos, el fundador de la ciudad y llegó a las 14 años a Mar del Plata: «Nosotros vivíamos en Buenos Aires y nos tuvimos que venir a hacer cargo de una parte del casco del campo de Jacinto Peralta Ramos, que eran 10 mil hectáreas. Cuando él muere, se hace la división y a mi abuela le tocaron 150, que es lo que hoy es el barrio Santa Celina. Primero viajó mi hermano con mi papá y al siguiente año yo. De pleno barrio norte de Buenos Aires, al medio del campo con farol de noche, chifletes por todos lados y se cortaba la luz, que en ese entonces la manteníamos nosotros, con palos que se caían en el primer viento. A pesar de todo eso, nunca más me fui de Mar del Plata y cuando me tengo que ir, no veo la hora de volver«, comentó Arauz.

«Tuve un padre que mucho de lo que soy en Mar del Plata y el sentimiento hacia la ciudad, me lo otorgó él. Amaba profundamente vivir acá y era su lugar en el mundo», expresó el tataranieto del fundador.

«Mi tatara abuelo tuvo 12 hijos, 6 mujeres primero y después apareció Jacinto como el primer varón. Éste era el bisabuelo de Mi papá y el papá de mi abuela Celina, que era una mujer muy bondadosa, siempre se preocupaba por ayudar al que no tenía. La recordamos con el barrio Santa Celina, que fundó mi papá en el sur de la ciudad en 1964«, continuó Arauz.

«En la época que llegué Mario Bravo era de tierra. Yo recuerdo que tenía ya la edad en la que empezaba a salir y tomaba el último colectivo que pasaba de la Marplatense. Desde Infantería, me iba hasta el barrio, cruzaba tranqueras y esa era nuestra adolescencia», dijo en referencia a cómo han cambiado las libertades en la juventud.

«Todavía persisten muchos familiares, la mayoría residen en Buenos Aires. Yo de chico era el que más acompañaba a papá en los actos. Yo soy un bendecido y un orgulloso de estar en esta ciudad. Muchas cosas me hacen feliz y otras me ponen triste porque suceden algunas que uno no desee que pase, por ejemplo ver pintado el monumento del fundador de la ciudad. Es una falta de respeto porque no hay necesidad de eso», aclaró Arauz.

«Yo siempre voy a lo bueno y de lo malo me ocupo y trato de revertirlo. Hace más de 15 años que estoy en el EMTUR y recorro la costa todos los días. A mi me llena de orgullo vivir acá y pienso que somos privilegiados de haber pasado la pandemia acá. Cuando me tocaron vivir cosas muy tristes, si hubiese tenido que afrontarlas en otra ubicación, no se cómo lo hubiese vivido», comentó.

«Mi papá decía que Mar del Plata era un barrio de Santa Celina pero nació grande y ha crecido muchísimo. Pero otra cosa que no me llega de llamar la atención, hace 4 años veníamos en 4 horas en tren y ahora estamos tardando 6. La ruta 2 se colapsa de la cantidad de gente que viene. A veces leo que en plena temporada tardan 9 o 10 horas. En un fin de semana largo vienen 165 mil personas, algo está faltando para mejorar ese acceso», concluyó el tatara nieto del fundador de Mar del Plata, Pablo Arauz.

Fuente: El Marpatense

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